Belmonte, sobre su eterno rival: «Tanto le debo yo a Joselito como Joselito me debió a mí»

Joselito en su histórico triunfo con toros de Martinez

Reproducimos a continuación la histórica entrevista del cronista taurino Manuel Sánchez del Arco, más conocido como Giraldillo, a Juan Belmonte celebrada en el año 1943.

Fue en Sevilla, en una tarde de otoño cuando Giraldillo había coincidido con Juan Belmonte en una fiesta. Una hija de la ilustre actriz Carmen Díaz se había casado con un hijo del ganadero Campos Varela y en el Aljarafe, en un «bello mirador de su meseta, como en un palco que se asoma a la escena de gracia y amor que son Sevilla y Triana», ambos conversaron «nada menos que de Joselito».

Años atrás, en una tarde cordobesa, Giraldillo había escuchado de labios del « Guerra» la evocación de su época y, sobre todo, el juicio que mereció a Rafael la figura del « Espartero». Y evocando aquella crónica nació ésta que publicó en 1943 y que tituló «Belmonte me habla de Joselito».

A juicio del veterano periodista, Juan Belmonte era «un héroe de la vida española, en el sentido profundo y clásico de lo heroico». Representaba la pena y la gloria de las ascensiones. Su vida había tenido «buen periodismo y mejor literatura», pero Belmonte, «héroe de un arte y de una sociedad, en su camino desde la servidumbre al señorío, desde el drama jornalero al poderío económico», estaba «por encima de las exégesis». «Y, acaso, lo mismo que como hombre, como torero esté por encima de elogios y definiciones», añadía Giraldillo.

El cronista taurino pensaba que su figura se escaparía siempre de los críticos de toros. «En Belmonte no había que describir una faena, sino más bien que entender a un hombre», decía.

En esa tarde sevillana, Belmonte le habló así a Giraldillo de José Gómez Ortega, Joselito El Gallo, de cuya muerte se ha cumplido un siglo este año.

«-¿Cuándo habló usted por primera vez con Joselito?»

-Fue el año 11, por los primeros meses del invierno. Yo estaba trabajando en la recolección de la naranja, cuando unos amigos me invitaron para ir a torear unas vacas en el cortijo de Hato Blanco, en la Marisma, propiedad de Carlos Vázquez. Joselito iba a ir a aquella fiesta, también invitado por Carlos. Antes de conocer yo personalmente a Joselito, surgió en mis amigos trianeros la idea de oponerme a él. «Vas a ir porque también va «Gallito»», me dijeron. Dejé mi trabajo y fui. Aquella tarde conocí a «Gallito». Éramos dos chiquillos. Yo abrí mi capote y me fui para la vaca que me habían reservado. «¡Juan! ¡Ahí, no! ¡Ahí, no!», me gritó José. Yo no le hice caso. Insistí, un poco picado por la advertencia, que parecía una lección, que yo no tenía por qué recibir. Se arrancó la vaca y yo sufrí una terrible voltereta. José tenía razón. ¡La tuvo siempre ante los toros!

-¿Y cuándo vio usted torear por primera vez a Joselito?

-El año 12, en Valencia. Toreó con «Limeño», y se habló de si yo iba a acompañarlos aquella tarde.

-¿Qué recuerdo conserva de la primera vez que ustedes torearon juntos?

-Fue en Cádiz, el año 12. Cierta noche dormía yo profundamente en mi casa. Noté que me zarandeaban y abrí los ojos. Sentados al pie de la cama estaban dos amigos. «Juan -me dijeron-, quieren que vayas a torear a Cádiz, mano a mano con Joselito. Es una corrida de Miura. Limeño está cogido, y han pensado que vayas tú». «Bueno, pues que cuenten conmigo», respondí, volviendo tranquilamente para seguir mi sueño. «Pero, ¿estás dormido o despierto? -insistieron-. ¿Tú sabes lo que es ir a torear miuras con Joselito?». «He dicho que iré», repetí. Y fui.

-¿Y qué ocurrió en aquella corrida?, preguntó Giraldillo.

-Era la primera de Miura que yo toreaba y la primera vez que me enfrentaba con el formidable torero. Joselito estuvo maravilloso, como él era. Leyendo las reseñas que reflejaban lo que allí ocurrió, me reía luego. Resultaba, y ésta fue la verdad y no pasión de los revisteros, que yo había tenido muchas más ovaciones y vueltas al ruedo que José. ¡Pero Joselito había estado mejor que yo!, dijo Belmonte en la serenidad de esa tarde tan lejana de aquella.

-¿Qué juicio formó de la manera de concebir y desarrollar el toreo que caracterizó a Joselito?

Juan le contestó rápido y seguro en el juicio:

Yo nunca vi un toro que pudiera más que él. Él pudo siempre más que todos los toros. ¿Es esto suficiente para expresar mi juicio sobre Joselito? Porque Joselito conocía no sólo lo malo de toros, sino lo que había que hacer para tornarlos en buenos, y lo que era adecuado, en forma y lugar, para cada toro.

Joselito en un lance de capa

-Entre todas las corridas que ustedes torearon juntos, ¿cuál recuerda de mayor relieve para José?

-Fue en Valencia. Toreábamos mano a mano reses de Campos Varela. Como yo para las fechas no tengo mucha seguridad, no recuerdo si fue el año 16 o 17. Y otra vez ocurrió lo que en Cádiz, la primera vez que toreamos juntos. Fueron para mí las mayores ovaciones. Yo corté orejas, y Joselito, no. Pero él estuvo soberbio, insuperable. Estuvo, sencillamente, mejor que yo. Entre todas las tardes que toreé con él, ésa fue la que mejor estuvo. Esto, visto en torero y junto a él, y no en público.

-¿Y en qué tarde lo vio con peor fortuna?

-Fue en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre quiero acordarme, pero no puedo. Fue en Manzanares o en Valdepeñas. El enemigo era un toro de Guadalets, de la cruza con Miura.

-¿Cree que la manera de torear de usted influyó en «Gallito», determinando una mejor ejecución de las suertes, en cuanto a la distancia y la lentitud?

-El estilo no se varía. Joselito empezó como acabó. Fue un caso de formación perfecta desde el primer momento, y no se hizo por agregaciones. De lo que sí se habló entonces, y aún hoy se discute, es del acortamiento de la distancia, o sea, de la posibilidad de ejecutar las suertes, con sus tiempos y estilos, en menos terreno, aumentando la emoción sin variar la técnica.

-¿Recibió usted en su arte peculiar influencias del de José?

-Ya le digo que no se influye en el estilo propio por la contemplación, ni aún por el estudio, del ajeno; pero es inevitable que en el desarrollo del propio estilo se tengan presentes las observaciones que se hacen en la plaza.

-¿Era conveniente para la fiesta la división y el encono entre los aficionados y la existencia de los partidos personalistas?

-El auge de la fiesta de los toros se señala por las competencias y los partidos. Un solo torero, por grande que sea, no interesa al público si no halla figura que oponerle. En esto, tanto le debo yo a Joselito como Joselito me debió a mí y a los dos juntos, la fiesta.

-¿Recibió agravios del partido gallista?

-Si los hubo, no me di cuenta. Yo seguí siempre mi camino, sin ocuparme de lo que ocurriera por el camino de los demás.

-¿Pero no le preocupaba la certeza de que existía una opinión decididamente contraria a usted?

-Si he de decirle la verdad, me preocupaban más, en el sentido de temerles, los propios partidarios que los partidarios de José. Para mí eran más temibles los belmontistas que los gallistas. En mi partido existía una especie de consejo disciplinario que se imponía a mí. ¡Las noches que yo les he visto pasar, metidos en las fondas o en sus casas, jugando al jiley, sin atreverse a salir a la calle, por temor a los gallistas, como conseuencia de las tardes en que yo no tenía fortuna ni había posible excusa! «¡Esto no puede continuar así, Juan -me decían, autoritarios y terribles-. ¡Esto no puede continuar así! ¡Ya estamos hartos de jugar al jiley…! ¡Conque tú verás si podemos salir esta noche a hablar de toros!» Y yo comprendía la tragedia de aquellos buenos amigos, cansados del jiley, y hacía lo posible por que salieran a discutir, victoriosos, aquella noche.

Joselito y Belmonte

-¿Cómo entiende usted que debe determinarse la rivalidad? ¿Por oposición de estilos o, dentro de un mismo estilo y concepción del toreo, por oposiciones personalistas?

-Lo personal siempre existe, y, por ello, siempre habrá rivalidad. Aún hoy, cuando Rafael el Gallo y yo toreamos juntos en los festivales, Rafael se enfada si ve que yo tengo más aplausos. Y, naturalmente, sobre este fondo preponderante de lo personal está el contraste de los estilos.

-Comparando época con época, ¿en qué considera usted superior la suya y la de José a la época presente?

-No sé si la nuestra fue superior. Desde luego, fundamentalmente distinta sí lo fue. ¿Qué pasaría ahora si saliera Joselito toreando ante el público de hoy, tal como son los gustos de hoy? Yo no lo sé. Pero también, ¿qué ocurriría hoy si saliera un toro de aquel tiempo? Aquellos toros tenían un poder y un nervio que hoy no se conocen. El toro tenía en aquella época otro sentido, y poco a poco hemos visto cómo se ha ido eliminando el toro «bronco». Además, hoy el castigo es mayor, por razón de los petos, y el toro se rompe contra esas corazas. Aparte esto, vemos qeu en algunos toros de ahora es bastante la «reserva» a picarlos, por su evidente debilidad. Y ante esto, repito: ¿Qué ocurriría si saliera un toro de aquellos? Desde luego, afirmo que hoy no veo que se haga variar a un toro. Tal como sale al ruedo se va de él. Todo lo más que se hace es adaptar la lidia a la condición del toro, pero no variar éste que es lo que hizo José, y en lo que, a mi juicio, fue único.

-En la época presente, ¿ve algo que supere a lo que José y usted representaron?

-Hoy se torea con un temple superior, y en cuanto a terreno, o sea, a colocación del torero en todas las fases del lance, no creo que haya posibilidad de mejorar lo que hoy se hace, ¡cuando se hace bien!

-Entonces, ¿cree usted que el toreo ha llegado a un punto de máxima perfección en cuanto a técnica y a valor estético de esa técnica?

-¡Hombre, yo no me atrevería a decir tanto! Sobre todo, sobre la técnica y el estilo está lo que yo llamo «el sentimiento del toreo». Es decir, realizarlo con emoción, sentirlo muy hondo y ejecutarlo como un rito…

Belmonte hizo una pausa. Estaba atardeciendo. Pronto se haría de noche. Juan volvió a hablar. Lento, solemne, con emoción.

-Yo pongo sobre todo el sentimiento del toreo. Ante el toro, respondemos con nuestra manera y estilo a un estado del alma. Hacerlo coincidir con el de las multitudes es el éxito. Yo le definiría a usted lo que he llamado toreo del «nudo en la garganta». Torear como si fuéramos a hablar enamorados, como si la lidia fuera un diálogo de pasión.

Rompió el hilo de su discurso y añadió:

-Permítame usted que me reserve esta teoría. Es inoportuna. La esbocé en una entrevista destinada al extranjero y no puede usted figurarse el número de cartas que he recibido para que amplíe esta definición, que algunos entienden pudiera ser una doctrina. Yo no lo sé. Lo que sí digo es que así concebí el toreo y así lo desarrollé junto a Joselito; así lo practicamos, él y yo, juntos, todas las tardes, en una época que ya es historia, y que puede ser superada, porque yo respeto las posibilidades todas, y no tengo la soberbia de creer que el toreo concluyó con mi época.

Transición

Continuamos este ciclo sobre la historia de la Peña con otra interesante entrega, la continuación a la salida de Don Joaquín Casas Vierna como presidente de «Los de José y Juan».

Tras la dimisión de Don Joaquín se eligió como Presidente a Don José Montes Iñiguez con Sebastián Rodríguez Correa como Vicepresidente. Poco tiempo tuvo Don José ya que el 15 de octubre de ese mismo año (1984) fallece dejando como Presidente en funciones a Don Sebastián Rodríguez Correa.

Fue Don José Montes un hombre polifacético. Catedrático de Siderurgia de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, gran aficionado, fue conocido como «El ingeniero del nueve» en toda la plaza. Sus comentarios en plenas faenas fueron gratamente acogidas por la afición, su tremenda simpatía y sus profundos conocimientos le hicieron algo así como el paradigma del aficionado. Parecía que Don José estaba llamado a continuar la labor emprendida por Don Joaquín, pero el destino lo impidió y dejo a la Peña huérfana y sin Presidente a los pocos meses de su nombramiento.

El único ciclo de conferencias organizado por José Montes fue el siguiente:

El 23 de noviembre de 1984 se producen elecciones para elegir nueva Junta Directiva. Sale elegido Don Adolfo Bollaín Lirón, manteniéndose como vicepresidente Don Sebastián Rodríguez Correa.

Nuevamente la desgracia cae sobre nuestra Peña, a los pocos meses de su nombramiento fallece Don Adolfo Bollaín Lirón, no dándole tiempo más que a organizar el ciclo de conferencias de 1985, que fueron:

Fue Don Adolfo Bollaín un gran aficionado y un profesional de gran prestigio. Su notaria era de las más conocidas de Madrid.

El 10 de noviembre de 1985 se producen nuevas elecciones a Presidente, acordándose mantener en el mismo a quien ya lo ejercía en funciones: Don Sebastián Rodríguez Correa nombrándose para la vicepresidencia a Don Luis García Lemus. Se acuerda instituir un premio anual a lo que como aficionados más nos guste de lo visto en la Feria de Otoño con el nombre de «Trofeo Adolfo Bollaín», otorgándose el primero a Pepe Luis Vázquez. Desde entonces se ha otorgado todos los años.

En el mes de julio de este año fallece nuestro compañero, fundador, buen amigo y maestro Don Luis Fernández Salcedo, que tantas conferencias dio y libros sobre la Fiesta escribió. La Peña le dio un sentido homenaje.

La asamblea de socios del 27 de noviembre de 1987 se nombra Presidenta Honoraria Perpetua de la Peña a S. A. R. Doña Mercedes de Borbón Condesa de Barcelona, madre de S. M. El Rey, así como nuevo vicepresidente a Don Juan Pablo Fernández Salcedo.

El 11 de mayo de 1989 se nombra a nuestro consocio Pedro López Ramírez presidente de la Federación Nacional Taurina.

Toros sin complejos

Juan Salazar, socio de «Los de José y Juan», ha escrito el libro TOROS sin complejos en el que realiza un detallado análisis y defensa de la Tauromaquia.

La cultura de un país se define por sus tradiciones, su arte y su lengua. Los toros son una de las raíces que más identifican el espíritu español y su legado centenario.

El festejo taurino es una expresión cultural milenaria, que cuenta con numerosos aficionados que exigen respeto a sus gustos y tradiciones. Nadie tiene la obligación de participar ni asistir, pero tampoco se pueden plantear demandas prohibicionistas limitando el acceso a los que disfrutan de su celebración.

En el texto se realiza una defensa de la Tauromaquia desde la vertiente histórica, artística, cultural, legal y de los derechos individuales, exponiendo los razonamientos que permiten colocarla en el lugar que siempre ha estado, y que la corresponde; también quedan recogidos una pléyade de escritores, pintores, escultores y artistas de diferentes ámbitos que han plasmado en sus obras los valores culturales de la corrida de toros. Así mismo se presentan los valores humanos inherentes que la califican como una actividad destacada, provechosa, positiva y de la que nos sentimos orgullosos.

¿Se trata de un espectáculo minoritario?, ¿vive la Fiesta de las subvenciones?, ¿se pueden dictar leyes prohibicionistas?, ¿es la Tauromaquia un foco de maltratadores de animales?, ¿son los toros cultura?, ¿respetan los taurinos a los toros?, ¿se puede hablar de «derechos de los animales»?, son algunas de las preguntas a las que se aportan respuestas, pudiendo encontrar el lector argumentos para comprender, querer y defender la Tauromaquia.

Juan Salazar Larraz, socio de la Peña Taurina «Los de José y Juan», es madrileño. Licenciado en Farmacia y MBA por el Instituto de Empresa, ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito de la Consultoría y de los Recursos Humanos. Es autor de los libros “Remembranzas Imaginarias; Madrid Museo Taurino Abierto” y “Toros sin complejos”. Es responsable del programa radiofónico “Los Toros, nuestra Historia” de Radio Ya.

JOSÉ MARÍA MORENO BERMEJO GANA EL PREMIO LITERARIO-TAURINO INTERNACIONAL “DOCTOR ZUMEL”

Con el título: “Financiación, impuestos y precios de las entradas como factores para la subsistencia de la Fiesta”, presentó el jurado del premio literario taurino “Doctor Zumel”, el tema de los trabajos a presentar en la convocatoria del año 2020, que corresponde con la XXXII edición de este prestigio premio que financia el mecenas D. David Shohet Elías.

En esta edición, y por primera vez, se han concedido dos primeros premios, ex aequo, uno a D. Vicente Royuela y otro a nuestro socio D. José Mª Moreno Bermejo. El segundo premio se otorgó a D. Diego Sánchez.

El trabajo por el que ha sido premiado José Mª Moreno, lleva por título: “Economía de la Corrida. Sus componentes”, repasa los antecedentes económicos de los festejos taurinos a partir del 2º tercio del siglo XVIII, la gestión de los mismos por parte de los ayuntamientos o de las Juntas de Hospitales; los haberes que percibían los lidiadores, tanto en dineros como en caballos, ropas o en el valor de la carne de las reses. La forma de fijar los precios de los asistentes desde los balcones de las plazas públicas, y los de la plebe que ocupaba los tablados preparados al efecto.

Las exigencias de los matadores respecto a emolumentos y al ganado a lidiar. El cómo se contrataba a los líderes con efectos de toda una temporada en una plaza. Las informaciones sobre las corridas, tanto en periódicos como en revistas especializadas. Los intelectuales que se ocupaban en la información taurina.

En el trabajo se destaca los comienzos de los empresarios taurinos a principio del siglo XX. La importancia del empresariado, apoderados y gestores de los cosos de propiedad pública. Se constata cómo los festejos de máximo interés resultaban siempre rentables, aún con los precios de los boletos altos. Aparecen el trabajo la diversidad de precios de las corridas en las ferias, llegando a tener 4 precios diferentes en un mismo serial.

Se defiende como importante el que los emolumentos de los toreros se correspondan con los precios de lo boletos y con la aportación de otros ingresos que cada uno de ellos genere por sí. Se escruta sobre la aportación que daría a la economía de la Corrida la explotación de los nuevos medios de comunicación, Internet, TV, merchandising, etc.

Y se dilucida sobre la importancia de los pliegos de condiciones de las principales ferias españolas, muchas de propiedad pública. Sobre la exigencia del sector a unos impuestos acordes con el hecho de ser la Tauromaquia un patrimonio cultural inmaterial de los españoles.

Por último, en el trabajo se pregunta el autor si la composición de las cuadrillas podría reducirse; le parece que no es necesaria la aportación de dos picadores por coleta; ni 3 banderilleros. Tres picadores, más uno de reserva; 6 banderillero, más un puntillero…

En el desenlace final se explica que cada festejo debe ser rentabilizado por sí mismo. Que lograr el interés del espectador y motivar su emoción es el mejor camino para conseguir la asistencia a los festejos, no siendo tan importante el precio de las entradas; sólo deben ser justo, equiparables al interés que ofrezcan.

A continuación, reproducimos en el siguiente enlace el texto completo del ensayo premiado: Premio Taurino Doctor Zumel 2020.

José María Moreno Bermejo, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan” es un defensor apasionado de la importancia de la suerte de varas, que da nombre a su blog y sobre la que ha publicado varios libros. Bibliófilo taurino pertenece a las Uniones de España, Francia y México, así como a diversas peñas y numerosos jurados de premios taurinos. Ha publicado libros sobre la actualidad de la corrida de toros, su historia y su cultura.

Los toros, vulnerables e insostenibles, ante un futuro lleno de interrogantes

El pasado 5 de julio el crítico taurino del diario EL PAÍS, Antonio Lorca, publicó en su blog “El toro, por los cuernos” una recopilación de las reflexiones de cinco significativos aficionados, acerca del a situación actual de la tauromaquia y su próximo futuro.

Uno de esos aficionados era el socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, François Zumbiehl.

Publicamos, a continuación, el extracto de sus reflexiones, junto al artículo completo que se publicó en la edición digital del diario.

La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto los males de los que sufre la fiesta de los toros, pero permite también vislumbrar las vías de su salvación.

Los males: es un espectáculo casi insostenible en su economía actual, encorsetado en su organización y en su desarrollo, con pocas posibilidades de hacer surgir nuevos talentos. Es además desfasado con respecto al sentir de buena parte de la sociedad, ignorado cuando no criticado por la gran mayoría de los medios de comunicación, y desgraciadamente un blanco cómodo para las controversias y los estereotipos de las luchas políticas.

El remedio económico parece fácil de enunciar si no de aplicar: adecuarse urgentemente en este campo a las realidades de la sociedad afectada por la crisis, reduciendo en lo posible los gastos administrativos y profesionales, protegiendo sin embargo tres prioridades demasiado sacrificadas hasta el momento: la ganadería brava, materia prima de la fiesta, las novilladas, garantes de su futuro, y las corridas de los pueblos, base de la afición y de la convivencia festiva.

Para el resto sólo cabe cumplir con las dos exigencias estipuladas por la convención de la UNESCO para asegurar la supervivencia de un patrimonio cultural inmaterial: la transmisión y la evolución. La transmisión se dirige a los jóvenes y a la opinión pública; hay que explicar con una campaña de comunicación a gran escala, y por supuesto con actividades educativas, el significado antropológico de la tauromaquia, sus valores culturales, la riqueza ecológica y el bienestar que supone para los animales bravos las condiciones de su cría en la dehesa.

En cuanto a la evolución hay que pensar en agilizar el espectáculo, eliminando tiempos muertos, convertirlo en algo menos previsible, recuperar el equilibrio entre los tres tercios, revisando por completo la suerte de varas, y también el equilibrio entre el arte y la lidia. Sin renunciar a lo fundamental, la muerte del toro en la plaza jugándose la vida el matador, conviene reducir, reformando los útiles, la sangre innecesaria y la prolongación de la agonía del animal después de la estocada.

A raíz de la crisis el pueblo aficionado ha despertado de su pasividad o de su “sueño dogmático”. Ojalá siga en su vigilia para exigir ser consultado sobre el futuro de la fiesta, sobre la organización de los festejos, y ojalá su voz se haga escuchar claramente por parte de los políticos para que respeten su libertad cultural y no le impongan ninguna censura, incluso amparándose en una supuesta ley de mayoría.

François Zumbiehl. Socio de la peña taurina «Los de José y Juan».

A continuación, reproducimos el artículo escrito por Antonio Lorca.

La fiesta de los toros atraviesa una crisis sin precedentes derivada de tres factores: la pandemia, sus males internos y los continuos ataques de las corrientes animalistas. Pero el futuro deja entrever un hilo de esperanza basado en una vuelta a la emoción, la reducción de costes y un plan de comunicación dirigido, fundamentalmente, a captar a los más jóvenes.

Esta podría ser una conclusión a vuelapluma de las reflexiones urgentes de cinco reconocidos aficionados -una mujer y cuatro hombres, dos de ellos ‘militantes’ franceses- que se han sentado en torno a una mesa virtual para hablar sobre el presente y el porvenir de la tauromaquia del siglo XXI a raíz de los estragos producidos por el covid-19.

Fátima Halcón, presidenta de la Fundación de Estudios Taurinos y profesora titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, es la única que cita la palabra ‘pesimismo’ al hablar de la fiesta.

François Zumbiehl, catedrático de Lenguas Clásicas y doctor en Antropología Cultural, inicia categórico la conversación: “Es un espectáculo casi insostenible en su economía actual”.

Francis Wolf, catedrático emérito de Filosofía, afirma que la parálisis actual es “una catástrofe económica para la cría del toro bravo y el futuro de los jóvenes toreros”.

El pesimismo y la esperanza coexisten junto a una inevitable reconversión

Jesús Hijosa, alcalde de Villaseca de la Sagra, constata que se trata de “una crisis mundial que afecta a todos los sectores económicos”.

Y José Luis García-Palacios, presidente de la Caja Rural de Sur, asegura que la realidad “es compleja, muy compleja”, pero se atreve a hablar de optimismo.

A los cinco se les pidió un diagnóstico sobre el presente y un avance imaginativo sobre el futuro. Este es el resumen de sus análisis.

El representante de la entidad financiera andaluza, una de las pocas empresas que apuesta abiertamente por la fiesta, califica como ‘curiosa y peculiar” la gestión institucional del sector taurino. “Jamás he encontrado rastros de cohesión y consenso entre los integrantes de este mundo tan extraordinario”, afirma. “A los toreros, elementos tan virales como investidos de un carácter mítico algo anacrónico, les ha faltado empatía con quien los mantiene: la afición”. Y prosigue: “En mi modesta opinión, las organizaciones ganaderas han sido más un club o gestora administrativa que entes reivindicativos, y siempre primó más lo superficial/estético que lo eficiente o profesional. Y la afición, nunca se ordenó debidamente”. En resumen, “no es exagerado decir que la situación actual es exclusivamente responsabilidad de quienes componemos el sector, nada más”.

Por su parte, François Zumbiehl, uno de los más finos analistas taurinos de la actualidad, considera que el sector “está encorsetado en su organización y en su desarrollo, con pocas posibilidades para que surjan nuevos talentos. Está, además, desfasado con respecto al sentir de buena parte de la sociedad, ignorado, cuando no criticado, por la gran mayoría de los medios de comunicación, y, desgraciadamente, un blanco cómodo para las controversias y los estereotipos de las luchas políticas”.

Su compatriota Francis Wolf, un muy reconocido intelectual francés, comprometido con la fiesta de los toros, comenta que “este desastre se produjo en la cima de dos crisis: la primera, sistémica, como es la inevitable propagación de la ideología animalista; y otra, la creciente politización de la fiesta en España, que coloca a la afición a un lado único del tablero político, lo que contribuye a mantenerla alejada de la parte más progresista de la juventud urbana”. A pesar de ello, prosigue, “no hay crisis artística del toreo; celebré el año pasado mis cincuenta años como aficionado y viví la temporada más brillante e interesante de mi vida”.

Uno de los impulsores más activos de la tauromaquia actual, Jesús Hijosa, alcalde de Villaseca de la Sagra, lo tiene muy claro: “El problema”, dice, “es que la debilidad de tantos años de abandono y la falta de financiación externa del espectáculo han hecho que las consecuencias en el sector sean más graves. El covid-19 ha puesto sobre la mesa la endeblez de un mundo en el que se ha trabajado poco”.

Fátima Halcón, entusiasta aficionada y cabeza visible de la Fundación de Estudios Taurinos, una de las instituciones culturales más sobresalientes, no puede evitar un rictus de desánimo.

“Soy pesimista respecto a la situación actual de la fiesta de toros”, afirma sin tapujos. “La sociedad contemporánea rechaza cualquier tipo de manifestación cruenta con animales, y no está preparada para entender el sacrificio de un toro en la plaza. Por desgracia, esa idea ha calado entre la clase política, que ve con recelo ese tipo de fiesta y se niega a concederle ayudas. La consecuencia directa es la eliminación de corridas en fiestas populares, la ausencia informativa en los medios de comunicación y la manifestación pública de ese rechazo”.

Puestas las cartas del presente sobre la mesa, se abre el debate sobre lo que se vislumbra en el horizonte. Fátima Halcón lo adjetiva como “complicado”, y lo explica así: “La juventud está siendo educada en el rechazo a la fiesta. En consecuencia, los aficionados deberíamos hacer campaña en favor de la fiesta sin ningún tipo de complejo. A los políticos de cualquier signo hay que explicarles la importancia, arraigo y tradición de la fiesta dentro de la cultura mediterránea. Sería interesante que empresarios, ganaderos y toreros ajustaran los precios para que la juventud pudiese asistir a las corridas, y, por supuesto, que la fiesta de toros tuviese presencia en los medios de comunicación (sobre todo, en la televisión)”.

Francis Wolf está convencido de que “hay que cambiar la imagen del toro y del aficionado”. “Hay que colocar la emoción en primer plano”, añade, “en

la presentación de los toros y en la vigencia de los tres tercios: una emoción hecha de admiración, de miedo y de respeto frente a la naturaleza salvaje”. Cree, asimismo, que el aficionado “debe asumir una imagen moderna, urbana, progresista y, sobre todo, ecologista. Nada se opone más a la ideología animalista que la ideología ecologista”.

Jesús Hijosa apuesta por “reestructurar la fiesta por completo y adecuarla a los tiempos actuales”. Aclara que no se refiere a celebrar festejos sin muerte o eliminar el tercio de varas. “Hablo de suspender un sistema de cotizaciones y financiación que son más propios de otro tiempo y comenzar de cero, adecuando los costes a la realidad de la taquilla”. “Solo así se podrá bajar el precio de las entradas e invertir en la proyección internacional del toreo”.

Coincide con esta opinión François Zumbiehl, y aporta dos nuevos conceptos: transmisión y evolución, “que son las dos exigencias estipuladas por la convención de la UNESCO para asegurar la supervivencia de un patrimonio cultural inmaterial”. “La primera -una gran campaña de comunicación- estaría dirigida a los jóvenes y a la opinión pública para explicar los valores de la tauromaquia, su riqueza ecológica y el bienestar que supone para los animales bravos las condiciones de su cría en la dehesa”. “La evolución”, concluye, “consistiría en agilizar el espectáculo, eliminar los tiempos muertos, y convertirlo en algo menos previsible”.

“Me esfuerzo cada día en un ejercicio de optimismo”, afirma José Luis García-Palacios. A su juicio, el futuro hay que trabajarlo, “y estimo que se está haciendo con alta nota”, añade.

“Jamás en la historia de la tauromaquia hemos contado con una Fundación (del Toro de Lidia) con razones científicas y medioambientales irrefutables; nunca hemos podido constatar como ahora la importancia social y económica del sector. Sin embargo, no parece que los aficionados estemos dispuestos a fijar nuestras posiciones con el sector; incluso aquellos que podrían ser “influencers” se tientan la ropa ante el violentísimo acoso de los populistas y extremistas animalistas antitaurinos”. “Son tiempos de valientes, de unión y resistencia, en los que el respeto, el valor y la inteligencia son nuestros mejores argumentos”, termina.

Joselito en las montañas

Artículo escrito por Juan Salazar.

Casona de Tudanca

Seguir los rastros de Joselito por España, es una tarea apasionante ya que numerosos lugares dejan constancia de su presencia o de su obra.

Uno de estos casos se encuentra en las montañas perdidas de Cantabria.

Tudanca, a 87 kilómetros de Santander, es un enclave incomparable; desde la capital cántabra tardaremos una hora y media en llegar, lo que da idea de lo tortuoso del camino. La carretera serpentea y ofrece unas vistas magníficas de los valles; tras atravesar Puentenansa y conducir entre montañas, nos encontramos, a la izquierda, con la desviación a Tudanca, encajonada en el fondo del valle, a los pies del macizo montañoso de los Picos de Europa, que se yergue infranqueable.

Tudanca es de sobra conocido por ser el lugar en el que se desarrolla la obra de José María de Pereda “Peñas Arriba”, magnífica novela escrita en 1894 por un autor que no tuvo el reconocimiento merecido. Cuando pienso en “Peñas Arriba”, no puedo dejar de recordar el dramático momento que debió vivir José María Pereda al final de la redacción, en su casa de Polanco. El caso es que cuando estaba escribiéndola, escuchó un estruendo en la casa, en el piso superior; su hijo había decidido poner fin a sus días con una pistola. Pereda se sumió en una profunda depresión y dejó la novela inconclusa durante un tiempo, hasta que acopió las necesarias fuerzas para finalizarla. En el manuscrito original, conservado en la propia Casona de Tudanca, hay una cruz roja, cuya explicación se encuentra en la primera edición de la obra:

“Hacia el último tercio del borrador de este libro, hay una cruz y una fecha entre dos palabras de una cuartilla. Para la ordinaria curiosidad de los hombres, no tendrían aquellos rojos signos gran importancia; y, sin embargo, Dios y yo sabemos que en el mezquino espacio que llenan, cabe el abismo que separa mi presente de mi pasado; Dios sabe también a costa de qué esfuerzos de voluntad se salvaron sus orillas para buscar en las serenas y apacibles regiones del arte, un refugio más contra las tempestades del espíritu acongojado; por qué de qué modo se ha terminado este libro que, quizás, no debió de pasar de aquella triste fecha ni de aquella roja cruz”.

La obra habla de “Tablanca”, nombre con el que se refiere a Tudanca y su protagonista es la Casona que allí se ubica. El inmueble ocupa un espacio central en la población. Fue levantada por Pascual Fernández de Linares un perulero, es decir un indiano de aquellos tiempos que, habiendo hecho fortuna en el Perú, decidió volver a la tierra patria en 1750, con el privilegio de hidalguía. Por lo que parece, avisó a sus parientes de su regreso, los cuales, desconociendo los caudales que portaba el indiano, no se tomaron la molestia de acercarse a la costa a recibirle. Solo acudió una sobrina, Rosa García de Miranda. Dos años más tarde, por aquello de hacerse notar, el indiano erigió esta casona. El hombre, que había llegado ya mayor, al fallecer sin descendencia, legó la Casona a su sobrina, aquella que le había ido a recibir. La heredera estaba casada con el mayorazgo de la familia de la Cuesta, de la población cercana de La Lastra, de la cual procedía el propio don Pascual.

A lo largo de estos siglos la familia de La Cuesta ha mantenido la posesión de la Casona, hasta que doña Dolores de la Cuesta, la abuela paterna de José María de Cossío se la legó en su testamento en 1923.

Fachada posterior de la Casona

La Casona es en la actualidad un museo, biblioteca y centro de investigación y se mantiene como “vivienda”, lo que permite recrear la vida en tiempos del indiano perulero y de Cossío. La madera de los suelos, la austeridad de los cuartos y la sensación de estar en un hogar, más que en un museo, resulta muy sorprendente.

El autor de “Los Toros” tuvo una gran amistad con José Gómez Ortega Joselito, como acredita la Virgen dolorosa vestida con un capote de paseo verde, donado por el torero, que se encuentra en la capilla que recibe a los visitantes a la entrada.

En uno de los expositores también está el «kilométrico», es decir, el pasaje de tren que permitía los desplazamientos de José y su cuadrilla; documento de fecha 7 de mayo de 1920, entre sus componentes aparece el mismo Cossío, prueba clara de que acompañaba al de Gelves de forma habitual, en sus viajes. El susodicho billete sólo pudo ser usado por José los días 7 y 16 de mayo.

También en su archivo se custodia la documentación contenida en catorce carpetas que Cossío recibió en 1962 de Lola, hermana de Joselito y viuda de Sánchez Mejías con los programas y recortes de prensa de las actuaciones de Gallito.

Otros cuadros y carteles taurinos adornan los pasillos y estancias.

Cossío pasaba largas temporadas en este lugar, desde principios de mayo hasta finales de octubre, fecha en que regresaba a Madrid. Aquí acogió a Unamuno, Concepción Arenal, Giner de los Ríos, Gerardo Diego, Gregorio Marañón…

En la visita, al pasear por las calles empedradas de Tudanca, comprendí perfectamente lo que Miguel de Unamuno escribió sobre este lugar:

Hay una civilidad, hay una civilización en estos lugares cuya paz empieza a molestar el sordo estrépito del automóvil, que recorre la cinta blanca de la carretera que va ciñendo las faldas de las montañas…Y se ve lo que es esta civilidad cuando se tiene la fortuna, como yo la tuve, de asistir al sorteo de las brañas del prado del Concejo, del prado comunal, solemne acto de comunión civil.

He tratado de localizar la presencia de Joselito en ese lugar, pero no he sido capaz de encontrar rastro que lo verifique. Gallito toreó diecinueve tardes en Santander, todos los años desde 1913 hasta 1919, salvo en 1914 (posiblemente debido a la cornada de la plaza del Sport, que le mantuvo retirado del 5 de julio al 13 de agosto). ¿Se acercaría alguna vez a este lugar? No me extrañaría que Cossío le pudiera convencer para ver su paraíso, pero, por otro lado, en plena temporada taurina Joselito no tenía mucho tiempo para otra actividad distinta de los toros.

No obstante, aunque la visita me resultó fascinante, la sorpresa final no pudo ser mejor; el caso es que a la salida de la casa-museo coincidí con un caballero con el que entablé conversación, resultando ser un descendiente de Cossío, pero no un descendiente cualquiera, sino un hijo de la niña a la que tuvieron que operar de urgencia el 16 de mayo de 1920 y que obligó a un desplazamiento a Cossío hasta Valladolid, motivo por el cual no pudo estar presente la tarde de Talavera.

Juan Salazar es madrileño, licenciado en Farmacia y MBA por el Instituto de Empresa. Abonado a la Plaza de Las Ventas, es socio de «Los de José y Juan», miembro de la Unión de Bibliófilos Taurinos, colaborador en la sección taurina de Radio Ya y autor del libro de recuerdos taurinos “Remembranzas Imaginarias; Madrid Museo Taurino Abierto”.

Tudanca

El Ministerio de Cultura y Deporte responde a «Los de José y Juan»

El Ministro de Cultura D. José Manuel Rodriguez Uribes

El Ministerio de Cultura y Deporte, a través del Secretario General de Cultura, D. Javier García Fernández, ha tenido la deferencia de responder a la carta abierta que nuestra Peña le dirigió al Sr. Ministro, D. José Manuel Rodríguez Uribes, el pasado 1 de junio.

En esa cara, le reclamábamos la adopción de medidas para preservar el presente y futuro de nuestra Tauromaquia y le mostrábamos nuestro firme rechazo a lo cabía interpretar como una actitud de dejación por parte del Gobierno respecto de sus responsabilidades en este ámbito.

Es obligado agradecer que el Ministerio haya contestado con tanta amabilidad y prontitud a nuestra humilde Peña, y queremos interpretarlo como prueba de que se interesan realmente por este problema.

Es también obligado reconocer que resulta tranquilizador que, en su carta, el Sr. García Fernández declare que “la Tauromaquia no es patrimonio de ninguna ideología”, que “forma parte del patrimonio cultural inmaterial de este país”, que “debe ser protegida por todos los poderes públicos” y que “así lo va a seguir haciendo” ese Ministerio.

Obviamente, estamos plenamente de acuerdo con todo ello.

Recuerda asimismo en su carta que algunas medidas que está reclamando actualmente el sector taurino son competencia de los Gobiernos autonómicos; y otras, de competencia compartida entre el Estado y las Comunidades Autónomas.

Por supuesto, somos conscientes de ello, pero también consideramos rechazable que, sobre la base de tales observaciones, se pudiera interpretar que tales circunstancias minimizan o eliminan la responsabilidad que tiene el Gobierno al respecto.

Es cierto que muchas competencias en muy diversos ámbitos—cultura, pero también educación, sanidad, etc.—están transferidas en nuestro país a las Comunidades Autónomas. Sin embargo, aunque ello hace que estas sean responsables de ejercerlas, no por ello disminuye la responsabilidad que el Gobierno ha de asumir en la adecuada vertebración de esa realidad autonómica y en la garantía de que su resultado sea coherente, consistente y en beneficio de todos los ciudadanos.

Así pues, la transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas no asigna al Gobierno de la nación una responsabilidad menor, sino incluso mayor, en el ejercicio de sus funciones; y así ocurre en el caso de la Tauromaquia.

En realidad, esto lo reconoce el propio Secretario General de Cultura en su carta, pues en ella señala muy acertadamente que la Tauromaquia, como antes hemos recogido, “debe ser protegida por todos los poderes públicos”. Por todos; es decir, por el poder central, por el autonómico y por el municipal. Y que lo sea por todos es algo que, en última instancia, solo puede asegurar el Gobierno.

En otro orden de cosas, el Sr. García Fernández menciona también su carta de manera positiva los contactos que está teniendo su Ministerio con la Fundación del Toro de Lidia para trabajar en la solución de los problemas que la crisis actual está generando en el sector taurino; un trabajo que, según señala, se está haciendo sobre la base del dossier de medidas extraordinarias que esa Fundación le ha presentado con el aval de más de 600 asociaciones el propio sector.

Creemos que en esta loable actitud de diálogo con el sector—que, en todo caso, conviene advertirlo, no ha dado aún lugar a resultados prácticos de auténtico calado—no se debiera soslayar que la adopción de iniciativas no ya para superar la crisis, sino para dar el indispensable impulso a nuestra Tauromaquia, ha de hacerse teniendo en cuenta muy cuidadosamente los intereses, expectativas y opiniones de los aficionados, que son quienes realmente la sostienen.

Bien está que se tengan en cuenta las legítimas necesidades económicas de profesionales y empresarios en esta difícil situación, pero es también necesario que se ponga un foco especial en los intereses, no menos legítimos, de los millones de ciudadanos españoles que desean poder acudir de nuevo y cuanto antes a los espectáculos taurinos; y que, por encima de todo, reclaman medidas y reformas que preserven el presente y futuro de la Tauromaquia en las condiciones que son exigibles.

Ciertamente, son empresarios y profesionales quienes hacen posible la celebración de los espectáculos taurinos, pero son los aficionados quienes les dan auténtico sentido social, económico y cultural.

Por ello, sería inaceptable que no se tuvieran en cuenta los intereses y expectativas de estos, con la intensidad que el caso requiere, y que no se implementaran las fórmulas necesarias para que su voz sea oída y tomada en consideración.

Peña Taurina “Los de José y Juan”

El análisis de Andrés Amorós: el toreo no existe para el Gobierno

Artículo escrito por Andrés Amorós.

Un ataque radical a la Tauromaquia de Pablo Iglesias ha indignado a aficionados y profesionales taurinos. Ya había dicho cosas parecidas pero esta vez ha sido en el Senado y como vicepresidente del Gobierno. A la vez, los toreros denuncian la discriminación del Gobierno al denegarles las prestaciones por desempleo, concedidas a otros artistas. Una vez más, les han tomado el pelo de una manera lamentable, abusando de su buena fe.

1. Ni nombrarlos

Al presentar las ayudas a los artistas, el ministro de Cultura ni siquiera mencionó la Tauromaquia. No fue un lapsus oral sino algo deliberado: en el Real Decreto tampoco aparece esa palabra. ¿Cabe mayor desprecio? Se trata a los profesionales taurinos como a apestados o leprosos, en su lazareto, que no merecen ni siquiera ser mencionados: es lógico que el funcionario que recibe su solicitud la deniegue. Para el Ministerio de Cultura, los toros no existen.

2. Las causas

El Gobierno trata así a los toreros por varias causas: 1/ Porque no tiene dinero suficiente. 2/ Porque, preso en su supuesto «progresismo», no quiere nada con la Fiesta. 3/ Porque teme las reacciones de los antitaurinos. 4/ Porque no quiere disgustar a su vicepresidente segundo.

3. ¿Tiene arreglo?

¡Por supuesto! Igual que tantas medidas anunciadas por el Gobierno y, luego, corregidas. La ambigüedad del Decreto lo permite perfectamente. Lo que hace falta es querer hacerlo. ¿Por qué lo harían? Solamente si se produce una reacción social fuerte. Ya lo hemos visto: bastaron las declaraciones de Juan Echanove y Lluís Pasqual para que el ministro de Cultura se apresurara a recibir a los actores. Se han equivocado los profesionales taurinos, confiando en las buenas palabras y creyendo que era mejor callarse, esperando que les concedieran alguna ayuda. Lo único que moverá al Gobierno es una movilización amplia de todo el mundo taurino, profesionales y aficionados, advirtiendo que, si tratan así a la Fiesta, ninguno volverá a votar al PSOE: esto sí lo entenderían. Por este camino comienza a ir, tímidamente, el comunicado de la Unión de Toreros: «Quizá haya llegado el momento de posicionarnos frente a quienes nos niegan el derecho a existir».

4. Al fondo, Pablo Iglesias

Aclaran este conflicto las frases de Pablo Iglesias sobre la Fiesta, en el Senado: «Me incomoda enormemente que se reivindiquen las corridas como una práctica cultural». Y propone un referéndum sobre su pervivencia. Le ha dado ya cumplida respuesta Victorino Martín, desde la Fundación del Toro de Lidia. Su conclusión es indiscutible: «La cultura no es cómoda, la cultura es libre». ¡Qué triste tener que recordarle esto a un vicepresidente del Gobierno! Él está obligado a conocer que, por ley, la Tauromaquia forma parte de nuestro patrimonio cultural y que las autoridades están obligadas a defenderla y promoverla.

Tan cultos, por lo menos, como es Pablo Iglesias –y, alguno de ellos, tan comunista como él–, fueron algunos apasionados de los toros como Rafael Alberti, Miguel Hernández, Goya, Picasso, Hemingway, Orson Welles, Francis Bacon, Tierno Galván… Supongo que recuerda Iglesias una famosa frase de Federico García Lorca: «Es la Fiesta más culta que hay hoy en el mundo». Quizá él opine que Lorca era un inculto y un facha…

Pablo Iglesias tiene derecho a que le incomode enormemente el hecho indiscutible de que la Tauromaquia forma parte de la cultura popular de nuestro pueblo. A algunos españoles, aficionados o no a los toros, les incomoda enormemente que alguien como él sea vicepresidente del Gobierno de España.

Andrés Amorós, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es doctor en Filología Románica y catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid.  Ha publicado obras relevantes sobre la tauromaquia y actualmente ejerce la crítica taurina en el diario ABC de Madrid. Entre sus galardones destacan el Premio Nacional de Ensayo, el Premio Nacional de la Crítica Literaria, el Premio Fastenrath de la Real Academia Española y el Premio José María de Cossío.