1ª Parte: Presidencia de Don Edmundo González Acebal: Fundación y Consolidación de la Peña

Transcurre la primavera del año 1951 en Madrid. La capital, entonces era una ciudad tranquila, donde se podía pasear al caer de la tarde y conversar tranquilamente sin casi automóviles, ni televisión que invada la vida privada. Eran tiempos de difícil situación económica pero de grandes esperanzas para un país que estaba deseando iniciar su despegue.

En la ciudad proliferaban las tertulias, en las que junto al teatro y cine -en este año se estrena "Bienvenido mister Marshall"- pasaban su tiempo libre los madrileños. Los espectáculos de masas eran, al igual que ahora, el fútbol, que era algo romántico circunscrito a lo deportivo, y básicamente los toros.

Los aficionados a los toros acudían habitualmente a la Plaza de las Ventas y circunstancialmente a la de Vista Alegre a ver a las figuras del momento: Pepe Luis, Luis Miguel, Antonio Bienvenida, Rafael Ortega, etc. Muchos de estos aficionados tenían sus propias tertulias que con el tiempo evolucionaron en la constitución de peñas taurinas, siguiendo una lógica tendencia asociativa que por aquel entonces estaba en otros campos un tanto restringida.

Independientemente de la "Peña Cocherito de Bilbao" a la que rendimos cariñoso homenaje por ser buenos aficionados y amigos y por ser la peña decana, ya que se fundó en 1910, los amantes de la fiesta se fueron agrupando, poco a poco, en distintas peñas, como el "Club Taurino Madrileño", fundado en 1945 o la "Peña el Puyazo" fundada en 1948 la cual vive en nuestros días una floreciente actividad. La "Peña El 7" que agrupó y agrupa a numerosos buenos aficionados se constituyó al año siguiente de la nuestra, en 1952.

Pues volviendo al año 1951, año importante para la fiesta, pues en él toman la alternativa nada menos que Julio Aparicio, Miguel Báez "El Litri", Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez, ocurre que durante la primavera en una tertulia de aficionados, casi todos afiliados al "Club Taurino Madrileño" deciden que, ante la crisis que sufre la fiesta -siempre ha habido crisis, podemos decir que la fiesta vive en una crisis permanente-, reflejada en la extensión de la corruptela del afeitado, se hace necesario tomar postura a favor de la pureza del espectáculo taurino. Para ello, entendieron que lo mejor era reivindicar la pureza que ellos conocieron en sus años juveniles en los que tuvieron la suerte de vivir la "Edad de Oro del Toreo" en los cuales, a través de Joselíto y Belmonte coincidieron ciencia, arte y toro. Así pues deciden solicitar a los poderes públicos, previa entrega de la documentación necesaria, el permiso para la fundación de una peña dedicada a la consecución de estos objetivos. El día cinco de mayo se recibe la autorización para la formalización de la fundación de la Peña que había sido solicitada por los señores: Alberto Romero, Ángel Linares, Luis Fernández Salcedo, Rosario Abarquero, Edmundo González Acebal, Adolfo Bollaín, Joaquín Casas, Mauricio Maigne, Fidel Perlado, Félix Rebollo, Gonzalo Tejerína, Fermín Lastra y Julio de Urrutia que serian los primeros socios y por lo tanto fundadores de la Peña se dedican a la preparación de la fundación oficial de la Peña, lo que culminan en pocos días a pesar de coincidir con la quinta Feria de San Isidro.

En ese año, la feria constó de siete corridas y dos novilladas; ¡y eso que entonces lo que sobraban eran figuras del toreo! Pero, quizá lo que faltaba era dinero. El triunfador de la feria fue Pepe Luis Vázquez, registrándose una gran faena de Antonio Bienvenida el día de la confirmación de El Litri. A la salida de las corridas solían reunirse, este pequeño grupo de aficionados, que habitualmente asistían a las corridas con sus respectivas señoras, exactamente a unos metros de la taquilla de la izquierda de la puerta grande de la plaza, lo cual era lógico, puesto que casi todos tenían abono -los más procedentes de la antigua plaza de toros- en el tendido ocho. De allí, tras comentar la corrida, solían irse en aquellos rudimentarios autobuses de ¡¡a los toros!! a la taberna de Antonio Sánchez en la calle Mesón de Paredes, 15 donde seguían comentando la corrida junto al dueño del local, el recordado gran torero Antonio Sánchez, rodeados de cuadros de Zuloaga, mientras cenaban y de postre degustaban las maravillosas torrijas que se elaboraban en la casa.

Pues bien, en dicho local, que inmortalizara Antonio Díaz Cañabate en el libro: "Historia de una Taberna", se constituyo a las 20,00 h. del día 31 de mayo la "Peña Taurina Los de José y Juan" con los socios fundadores que lo solicitaron. La primera Junta Directiva fue la siguiente:

  • Presidente: Don Edmundo González Acebal
  • Secretario: Don Fermín Lastra Cobeña
  • Tesorero: Don Fidel Perlado López
  • Vocal 1º: Don Adolfo Bollaín Rozalem
  • Vocal 2º: Don Luis Fernández Salcedo
  • Vocal 3º: Don Julio de Urrutia Echaniz

Fijándose el domicilio social en la Cervecería La Tropical en la calle Alcalá 21.

Y así comenzó la vida de nuestra Peña.

Las dos primeras decisiones tomadas fueron invitar a un banquete al presidente de honor Juan Belmonte, que con mucho gusto se desplazó a Madrid para ello desde su residencia de Sevilla.

Y colocar una placa homenaje a Joselíto en la que fue su residencia en Madrid y desde la que esta ciudad le rindió un último homenaje en la calle de Arrieta, con una corona de siemprevivas que se renueva anualmente por los miembros de la Peña.

La Peña a partir de entonces se reunió habitualmente en una tertulia situada en los bajos de su domicilio social, los miércoles, jueves y viernes. Esta tertulia, llego a tener un gran prestigio en Madrid, a pesar de que desde el primer momento tuvo su leyenda negra; se nos decía: "es un bastión irreducible del cualquier tiempo pasado fue mejor". Estaba compuesta de socios, y algún oyente, como el que esto escribe, entre los que había mayoría de Belmontístas, pero las polémicas se equilibraban por la pasión aportada por los partidarios de José. Tanto trascendió que sus miembros fueron continuamente invitados a otras tertulias, coloquios o a dar conferencias.

A partir del momento de la fundación se produce una auténtica avalancha de inscripciones que superaba los treinta y cinco iniciales que como condición cumplieran el que hubiesen visto torear a José o a Juan.

Refiriéndose al asunto de limitar el numero de socios, en palabras de Don Joaquín Casas en una entrevista a la revista "El Ruedo": "se pensó, y no hay duda de que con claro acierto, que era mejor mantener una línea rigurosa de selección. No se trata de crear un club populoso, si no una tertulia solvente de entusiastas de la fiesta nacional, que tuviera como denominador común su devoción a los dos grandes colosos de la torería: a Joselíto "El Gallo" y a Juan Belmonte".

En cuanto a los socios fundadores puede apreciarse la presencia, desde el primer momento, de familias que hoy perviven en ella, como los Bollaín, los Fernández Salcedo, los Tejerína o los Linares. Entre los nuevos que fueron entrando destacan la personalidad de los José Maria Gutiérrez Ballesteros Conde de Colombí, Ricardo Fuentes, Enrique de la Casiniere Vizconde de la Casiniere, Francisco Argote, José María de Cossio, etc.

Pero en 1952, a poco tiempo de su fundación, se produce un acontecimiento en la Fiesta que marcará la línea de la Peña durante los próximos años y que se ha constituido en norma de actuación hasta hoy en día: el doce de octubre torean en Madrid la corrida del Montepío de Toreros, los diestros Antonio Bienvenida, Juan Silveti y Manolo Carmona con toros del Conde de la Corte. La corrida con gran cabeza y astifina fue un éxito total, se cortaron siete orejas y durante el invierno no se hablaba de otra cosa. La Peña ofreció un banquete a los triunfadores y a los pocos días Antonio Bienvenida en una entrevista del diario ABC, denuncia públicamente la corruptela del afeitado que había alcanzado proporciones intolerables anunciando que él solamente torearía toros en puntas. Esto traerá como consecuencia el que muchos "compañeros" le declaren el boicot y se nieguen a torear con él. Sin embargo, a continuación, se produce lo que podríamos llamar la plenitud del magisterio de Antonio Bienvenida. Durante los cinco años siguientes los públicos se rinden a sus pies y se hace acreedor a representar, en un momento de grandes figuras, el magisterio de la Fiesta Taurina. La Peña, recién fundada, se pone incondicionalmente al lado de Antonio Bienvenida; ya tiene un torero que represente los ideales de lo que habían hecho José y Juan. Durante los siguientes años y mientras vivió, Antonio Bienvenida sería el torero que representaba el sentir de la Peña.

La actividad externa de la Peña durante los siguientes años, consistió en acudir a todo acto en el que se hiciera denuncia del afeitado, exigiendo a las autoridades su supresión; lo que se hizo, aunque con poco éxito. Se acudió a charlas y conferencias donde fuesen requeridos sus miembros, apoyando totalmente, desde dentro o fuera del tendido, a Antonio Bienvenida.

El ocho de noviembre de 1953 se registra la gravísima cogida sufrida en el tentadero anual del socio fundador Don Ángel Linares Pérez, que estuvo a punto de costarle la vida.

En cuanto a sus actividades internas se profundiza en el fomento de la amistad entre los socios mediante la organización de banquetes y asistencias a tentaderos, además de las citadas tertulias.

En la Junta Anual del 22 de julio de 1954, tras haber cumplido su mandato reglamentario como Presidente y estimando terminado su deseo de culminar la etapa de consolidación de la Peña, y deseando dedicar su tiempo al cargo de Presidente de la Federación Local de Asociaciones Taurinas de Madrid y a la publicación de libros taurinos -que se reseñan en un anexo de esta pagina-, cesa Don Edmundo González Acebal no aceptando su reelección. Tras la correspondiente votación, por unanimidad se elige, a pesar de no estar presente, a Don Joaquín Casas Vierna nombrándose como vicepresidente a Don José María Gutiérrez Ballesteros, Conde de Colombí.

Para hacer una referencia a D. Edmundo, nada mejor que transcribir las palabras que el Conde de Colombí puso a su obra "El pase natural": "Acebal, nacido en Asturias, respeta, aunque no secunda, la apreciación moral de la Fiesta de Toros que marcó su paisano el gran patricio Melchor Gaspar de Jovellanos, de quien ha heredado su espíritu. Acebal forma en esa minoría selecta de los buenos aficionados que dio la tierra astur. Su infancia fue furiosamente machaquista hasta la retirada del cordobés, en que irrumpe en las filas de lo que él llama: fuerzas de choque Belmontístas." Ameno en su charla, ecuánime en el pensar y el decir, brillante y vibrante orador, agrada conversar con él respecto a la Fiesta de los Toros. Del colegio primario pasa a Acebal al Instituto y su afición irradia pasión entre la camaradería estudiantil, pasión que sufre una crisis cuando, terminados los estudios de náutica, surca los mares como Oficial de la Marina mercante. Viene a Madrid y en 1950 le eligen Presidente del Club Taurino Madrileño, donde emprende una intensa labor de propaganda con aquellas hermosas conferencias, así como con multitud de trabajos literarios en la prensa nacional y extranjera. Organiza aquel día memorable dedicado a la Edad de Oro del Toreo, que empieza por la mañana en el Teatro de Lara con una inolvidables "Alforjas para la Poesía", cuyo pregón corrió a su cargo, y culmina en el banquete en el Retiro presidido por Juan Belmonte, Rafael "El Gallo" y Vicente Pastor. Proyecta, nada menos que en el Museo de Arte Moderno, la exposición del cuadro "Manolete" de Vázquez Díaz, que dura doce días, en los que prestigiosas figuras de la intelectualidad española explican conferencias y ofrecen recitales poéticos, cerrando él con una lección titulada "lo místico y la picaresca en el toreo". Como presidente fundador de la Peña Los de José y Juan, inició y realizó la idea de colocar en la casa número 14 de la calle de Arrieta, una lápida en recuerdo del inolvidable Joselíto. Otro de los grandes triunfos en servicio de la Fiesta Nacional, es la fundación de la Federación Local de Clubs y Peñas Taurinas."

Así mismo, en dicha junta anual se decide ampliar a cincuenta el número de socios de la Peña, número máximo que ha quedado hasta nuestros días. También se cambia el domicilio social al Círculo de Bellas Artes, dado el prestigio y representatividad alcanzado por la Peña.

Por último, el Señor Acebal, como acto final de su mandato propone iniciar por la Peña una serie de publicaciones de libros taurinos que marcarán la actividad intelectual de esta durante los próximos años.