Por François Zumbiehl.
El IV Fórum mundial de la cultura taurina acaba de celebrarse del 24 al 26 de enero en la Isla Terceira (Azores), centro geográfico de la tauromaquia presente en las dos riberas del Océano, y tierra de tradiciones taurinas muy arraigadas. Este fórum con carácter bienal, magníficamente organizado por la Tertulia Tauromáquica Terceirense con el apoyo del gobierno de las Azores y de las municipalidades de la Isla, ha reunido a más de 200 participantes, aficionados y profesionales de los ocho países que comparten esta tradición, cuyas reflexiones han sido enfocadas en el futuro de la tauromaquia. Se trataba de buscar las respuestas adecuadas a los ataques antitaurinos, y las evoluciones deseables para la organización y el desarrollo de los espectáculos, sin, por supuesto, comprometer su esencia y su significado. Dichas reflexiones prolongaban el trabajo llevado a cabo en el Consejo Internacional de las Culturas Taurinas (CICULT), cuyos representantes han integrado este Fórum
Una parte importante de los debates ha versado sobre el análisis comparado de la situación de los toros en los ocho países, con este balance general: diversidad del estado de salud de la tauromaquia en estos países, pero similitud de los ataques antitaurinos, políticos y jurídicos en contra de nuestras tradiciones, y necesidad por lo tanto de una permanente solidaridad y concertación entre representantes de las aficiones nacionales. En resumen, se ha podido observar que la tauromaquia en Colombia se encuentra en estado crítico (prohibición anunciada para 2027, salvo si la Corte Suprema anula la ley vigente), en suspenso en México (disputa jurídica sobre competencias en materia de autorizaciones taurinas entre los estados, el gobierno central y los jueces), exiliada fuera de la capital en Ecuador (en Quito se prohíbe matar al toro), admitida políticamente en Venezuela pero afectada por graves dificultades económicas (solo en la zona andina se pueden celebrar ferias importantes)), amenazada en España por el gobierno y la coalición mayoritaria actual en el Congreso de los Diputados (se busca prohibir la entrada de los menores de 16 años en las plazas de toros y en las escuelas taurinas, y una ILP está en marcha para derogar la ley de 2013 que declara la tauromaquia como patrimonio cultural de España), en estado de buena salud en Portugal , pues ahí la apoya una mayoría política de izquierda y de derecha, está sometida al mismo IVA que el conjunto de las empresas culturales, y el arte ecuestre, que incluye la parte taurina, acaba de ser declarado por la Unesco Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, muy blindada actualmente en Perú, en donde la corrida en la plaza histórica de Acho y en 550 demás plazas (cinco millones de aficionados) está refrendada por más de mil festejos populares montados en los Andes con la participación activa de las poblaciones autóctonas (pasa lo mismo en el Yucatán mexicano). En cuanto al Midi francés, con el apoyo de sus políticos la afición ha logrado hasta el momento defender la diversidad y la libertad de su cultura taurina, y el concepto de excepción cultural ligado a una tradición ininterrumpida, consagrado por el Consejo Constitucional, puede servir a los países que quieren obtener una “regulación” territorial y cultural (en particular, México y Colombia).
En cuanto a “los argumentos” antitaurinos, utilizados por nuestros adversarios, sin hablar de las acusaciones tópicas de “tortura” de “barbarie”, y de “traumatismo para los niños”, éstos se concentran actualmente sobre dos temáticas manoseadas de diferentes maneras: la ecología (En Ecuador se esgrime “los derechos de la naturaleza”, en México “el entorno sano” sin sacrificio innecesario de animales) y el bienestar animal, concepto muy borroso y también manoseado. Debemos, desde luego, responder sobre estos dos terrenos, recordando que el bienestar animal es una noción muy relativa, según las diferentes especies y sus condiciones de vida, que los animales no son sujetos de derecho, sino de obligaciones que tenemos con ellos, y que priman los derechos humanos universales. Estos derechos nos llevan a luchar contra la censura y la uniformidad o cultura global que ideología “bien pensante” y buenista nos quiere imponer, amenazando nuestra afición a la cultura taurina.
Propuestas han sido hechas por el ex-responsable de la asociación portuguesa Protoiro, Helder Milheiro, para modernizar la imagen y la comunicación de la tauromaquia, en particular de cara a los jóvenes. También el veterinario Julio Fernández ha presentado nuevos utensilios (puyas, banderillas, espada, descabello y puntilla) para hacer más eficaz el uso de dichos instrumentos y disminuir la hemorragia no necesaria de los toros, con el supuesto, desde luego, que será mantenida la posibilidad de tres entradas al caballo. Sobre estos dos aspectos la acogida de los profesionales presentes en la sala (un picador, dos toreros y tres ganaderos) no ha sido del todo concluyente, sobre todo en cuanto a la puya, para la cual no se estima que el toro sangra lo suficiente. En este fórum de las Azores se ha podido observar cierto desfase entre algunos profesionales, más bien conservadores en cuanto a sus prácticas, y los que sugieren evoluciones para mejorar la calidad del espectáculo, y su imagen, sin sacrificar nada de lo esencial.
La película de Albert Serra, Tardes de Soledad, ha sido proyectada durante una sesión de este encuentro. Opiniones divididas, como se dice en la jerga taurina, algunos mostrando su malestar por la crudeza de las imágenes, todas en primer plano, lo que no permitía ver los pases completos; otros – y estoy con ellos – saludando la originalidad de la visión del director en lo que no es de ninguna manera un documental, visión que celebra la grandeza de un combate asumido por un torero, héroe, con un animal violento y peligroso, lo que constituye la médula de la tauromaquia. La proyección internacional de esta visión de un artista indiscutible, haciendo añicos de la acusación de “tortura” infligida a un animal indefenso, es hoy en día para los aficionados una oportunidad que no conviene descartar.
François Zumbiehl, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan” es catedrático de Letras clásicas y doctor en Antropología Cultural. Vicepresidente del Observatoire National des Cultures Taurines ha sido parte fundamental en la aprobación por el Senado francés de la Tauromaquia como Bien Cultural Inmaterial de Francia. Tiene publicados en español los siguientes libros: Mañana toreo en Linares, El discurso de la corrida, La voz del toreo y El torero y su sombra.