El análisis de Andrés Amorós: el toreo no existe para el Gobierno

Artículo escrito por Andrés Amorós.

Un ataque radical a la Tauromaquia de Pablo Iglesias ha indignado a aficionados y profesionales taurinos. Ya había dicho cosas parecidas pero esta vez ha sido en el Senado y como vicepresidente del Gobierno. A la vez, los toreros denuncian la discriminación del Gobierno al denegarles las prestaciones por desempleo, concedidas a otros artistas. Una vez más, les han tomado el pelo de una manera lamentable, abusando de su buena fe.

1. Ni nombrarlos

Al presentar las ayudas a los artistas, el ministro de Cultura ni siquiera mencionó la Tauromaquia. No fue un lapsus oral sino algo deliberado: en el Real Decreto tampoco aparece esa palabra. ¿Cabe mayor desprecio? Se trata a los profesionales taurinos como a apestados o leprosos, en su lazareto, que no merecen ni siquiera ser mencionados: es lógico que el funcionario que recibe su solicitud la deniegue. Para el Ministerio de Cultura, los toros no existen.

2. Las causas

El Gobierno trata así a los toreros por varias causas: 1/ Porque no tiene dinero suficiente. 2/ Porque, preso en su supuesto «progresismo», no quiere nada con la Fiesta. 3/ Porque teme las reacciones de los antitaurinos. 4/ Porque no quiere disgustar a su vicepresidente segundo.

3. ¿Tiene arreglo?

¡Por supuesto! Igual que tantas medidas anunciadas por el Gobierno y, luego, corregidas. La ambigüedad del Decreto lo permite perfectamente. Lo que hace falta es querer hacerlo. ¿Por qué lo harían? Solamente si se produce una reacción social fuerte. Ya lo hemos visto: bastaron las declaraciones de Juan Echanove y Lluís Pasqual para que el ministro de Cultura se apresurara a recibir a los actores. Se han equivocado los profesionales taurinos, confiando en las buenas palabras y creyendo que era mejor callarse, esperando que les concedieran alguna ayuda. Lo único que moverá al Gobierno es una movilización amplia de todo el mundo taurino, profesionales y aficionados, advirtiendo que, si tratan así a la Fiesta, ninguno volverá a votar al PSOE: esto sí lo entenderían. Por este camino comienza a ir, tímidamente, el comunicado de la Unión de Toreros: «Quizá haya llegado el momento de posicionarnos frente a quienes nos niegan el derecho a existir».

4. Al fondo, Pablo Iglesias

Aclaran este conflicto las frases de Pablo Iglesias sobre la Fiesta, en el Senado: «Me incomoda enormemente que se reivindiquen las corridas como una práctica cultural». Y propone un referéndum sobre su pervivencia. Le ha dado ya cumplida respuesta Victorino Martín, desde la Fundación del Toro de Lidia. Su conclusión es indiscutible: «La cultura no es cómoda, la cultura es libre». ¡Qué triste tener que recordarle esto a un vicepresidente del Gobierno! Él está obligado a conocer que, por ley, la Tauromaquia forma parte de nuestro patrimonio cultural y que las autoridades están obligadas a defenderla y promoverla.

Tan cultos, por lo menos, como es Pablo Iglesias –y, alguno de ellos, tan comunista como él–, fueron algunos apasionados de los toros como Rafael Alberti, Miguel Hernández, Goya, Picasso, Hemingway, Orson Welles, Francis Bacon, Tierno Galván… Supongo que recuerda Iglesias una famosa frase de Federico García Lorca: «Es la Fiesta más culta que hay hoy en el mundo». Quizá él opine que Lorca era un inculto y un facha…

Pablo Iglesias tiene derecho a que le incomode enormemente el hecho indiscutible de que la Tauromaquia forma parte de la cultura popular de nuestro pueblo. A algunos españoles, aficionados o no a los toros, les incomoda enormemente que alguien como él sea vicepresidente del Gobierno de España.

Andrés Amorós, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es doctor en Filología Románica y catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid.  Ha publicado obras relevantes sobre la tauromaquia y actualmente ejerce la crítica taurina en el diario ABC de Madrid. Entre sus galardones destacan el Premio Nacional de Ensayo, el Premio Nacional de la Crítica Literaria, el Premio Fastenrath de la Real Academia Española y el Premio José María de Cossío.