¿Y por qué no sortear los toreros?

Artículo escrito por Andrés de Miguel.

Como serpiente de verano, o por mejor decir, como conversación de invierno sin toros, sale con frecuencia la idea de que las ferias serían más interesantes si se sortearan todas las corridas previstas entre todos los toreros contratados.

Esta idea, que ya llega a ser recurrente, creo que tiene su origen en las tertulias de los amigos de “El Albero Luminoso”, en sus largas noches tras las corridas de las ferias de San Isidro de los primeros años 90.

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Portada de El Albero Luminoso diseñada por Javier Págola sobre una foto de José Gómez Ortega «Gallito» realizada por Mateo.

“El Albero Luminoso” fue un proyecto en el que participaron entre otros, José Ramón Márquez, Sergio Ariza, Pepe Campos, Ramón Rueda, Miguel Ángel Cuadrado y yo mismo, con la idea de editar una bella revista taurina por y para aficionados. Objetivo que si bien no se consiguió, sí proporcionó buenas horas de conversaciones e ideas.

La idea del sorteo fue una de las que se barajaron, más como broma que como propuesta y de ella quedó constancia en un artículo que publiqué en el periódico DIARIO 16, en la edición del 12 de mayo de 1994, en la que se decía:

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Artículo publicado en DIARIO 16 el 12 de mayo de 1994.

“La idea del sorteo, que Mazzantini impuso para que Guerrita no eligiera los toros que le correspondían, va a acabar por abrirse camino, más allá de la boutade, para decidir los carteles de la feria. El asunto es sencillo. Se eligen las ganaderías, se contratan los toreros y a continuación se sortea a qué toreros les toca con qué toros. Más de una sorpresa nos íbamos a llevar y el escalafón taurino, que tantas veces sale maltrecho de San Isidro, iba a tener una oportunidad de componerse, dejando que el azar, por otra parte tan importante en los toros, jugara su papel.

Sinceramente, es difícil que el puro azar confeccionara los carteles peor que la empresa y con un sorteo aleatorio, la racionalidad avanzaría en la brillante fiesta de los toros”.

Hasta ahora la idea no se ha abierto paso pero, ¿cuajará la iniciativa de Simón Casas tras la próxima feria de Otoño?

Andrés de Miguel es sociólogo, crítico taurino y presidente provisional de la peña “Los de José y Juan”. 

¿Cuándo hablamos de lo nuestro?

gonzalo santonja

«Gozando, como gozamos, de un gobierno que ha hecho bandera del diálogo, señor ministro, ¿cuándo hablamos de lo nuestro?, porque los Toros son nuestros, patrimonio español cultural y ecológico. Mejor, claro está, cuanto antes. Así se cortaría de raíz la sospecha, puesta en circulación por algunos malpensados, de que dicho talante conciliador solo sea para fugados y separadores»

A continuación, transcribimos el artículo publicado por nuestro socio Gonzalo Santonja y publicado en el periódico ABC. 

Corría el año de gracia de 1579, en que vinieron al mundo el dramaturgo Luis Vélez de Guevara y san Martín de Porres, primer mulato de América elevado a los altares, hijo de un hidalgo burgalés sin fortuna y de una liberta panameña, cuando don Joseph Villadiego Azetuno, cura de la iglesia parroquial de San Vicente de Ávila, entonces Ávila de los Caballeros, denominación perdida con el censo de 1877, tuvo a bien enderezar una petición a los «muy ilustres señores Justicia y Regidores» de la ciudad para que se volvieran a correr toros por las fiestas de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, costumbre interrumpida durante algún tiempo en sinrazón de la bula De salutis gregis dominici, fechada en Roma el 1 de noviembre de 1567, «pontificatus nostri anno II», con la que Pío V pretendió prohibir «estos espectáculos donde toros y fieras en plazas se corren», cuyo texto latino fue impecablemente traducido al español por Jesús María García Añoveros, marcando un contrapunto de rigor frente a las versiones de conveniencia y aun francamente sesgadas que ofrecen distintos portales de internet.

El intento del Papa apenas tendría recorrido, porque el Rey y la mayoría de los obispos se desentendieron, y tras la muerte del Pontífice, el 1 de mayo de 1572, la situación había ido poco a poco normalizándose, lo que aprovechó Villadiego Azetuno para promover la recuperación de una costumbre festiva de una antigüedad mayor a la que él mismo estimaba: «Dozientos y siete años», observada «desde el dicho tiempo a esta parte inviolablemente, hasta que se promulgó el Motu proprio del Papa Pio Quinto». Lo que a su juicio resultaba «no justo», sentimiento compartido por un consistorio que, además de acceder a dicha petición, añadió argumentos de peso en favor de la causa.

grabado toros

Y es que, lejos de limitarse a conceder la razón al peticionario, en su respuesta reprodujeron, y en consecuencia ratificaron, trasladado a escritura pública, un documento que Bernardino de Melgar y Abreu San Juan de Piedras Albas y Benavites, el Marqués de Piedras Albas, su descubridor, calificó, dando en el clavo, como «las Ordenanzas de toros más antiguas de cuantas se conocen hasta ahora», un hasta ahora cuya vigencia se mantiene todavía, ya que nadie ha puesto sobre la mesa unas disposiciones fechadas antes que estas, extendidas el miércoles 15 de junio, «era de MCCCLXXII», o sea en 1334.

El Marqués de Piedras Albas consiguió dos ejemplares, «uno impreso del año 1579, con legalización manuscrita al dorso por un Escribano de Ávila, y otro escrito a mano con letra del siglo XVI», ambos procedentes del «Archivo Parroquial de San Vicente de Ávila de un gran Legajo de Papeles de grandísimo interés» que el descuido de los hombres y los avatares del comercio situaron en una especie de alcaná de Valencia o Sevilla (don Bernardino dudaba) similar a aquel mercado persa de Toledo en que Cervantes habría dado con el manuscrito de Cide Hamete Benengeli. La fortuna le llevó a rescatarlo para devolvérselo de inmediato a dicha iglesia, «quedándome con estos dos documentos», pero quedándose con ellos no por decisión suya, sino por regalo del obispo Plá y Deniel.

Investigador a carta cabal, el Marqués, apologista insigne de Santa Teresa, lo trascribió y publicó en su notabilísimo estudio sobre las «Fiestas de toros: bosquejo histórico», impreso en 1927, pero a su muerte (1863-1942) aquí paz y después gloria o quién te ha visto y quién te ve o sombra de lo que eras, para expresarlo con palabras de Miguel Hernández.

Y así hasta que de nuevo en una alcaná y otra vez con la fortuna por medio («el azar es objetivo», señaló André Bretón) hace algunos meses me saltó la liebre de un ejemplar en perfectas condiciones, con tamaño de cartel o bando, impreso en 1579 y legalizado al dorso por un escribano público, al igual que el del Marqués aunque no el mismo, porque el que obra en mi poder presenta en los márgenes anotaciones manuscritas de muchísima curiosidad, trazadas en el XVII por un discrepante de Villadiego Azetuno que, disintiendo de sus fervores taurinos, reconocía y ponderaba la antigüedad de aquel regocijo taurino en honor de los Santos Mártires titulares de la Basílica de San Vicente, por cierto, maravilla entre las maravillas del románico universal.

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Sobre otros muchos aspectos, la actualidad de aquellas Ordenanzas de 1334 descansa en la atención preferente que establecen en favor, defensa y cuidado de los toros de lidia, lo que pone de manifiesto una preocupación por su integridad y buen trato que caracteriza a la Fiesta prácticamente desde sus orígenes, rasgo diferencial respecto a cualquier otra actividad desarrollada con animales. A dicho tenor la «muy noble Ciudad de Áuila» procedió sin contemplaciones: tras investir de poder a dos caballeros, «Blasco Ximénez, hijo de Fernán Blázquez, y Blasco Ximénez, hijo de Gómez Ximeno», el consistorio determinó una sangría de diez maravedís en la bolsa de quien hiriese o simplemente molestara a los toros durante la lidia («mientras lidiaren los toros»), sanción multiplicada nada menos que por cincuenta si el maltrato o la mera perturbación se producían en tanto eran encerrados, o sea, durante el recorrido por calles y plazas, acabado el encierro campero, cuando la manada se internaba por el casco urbano.

En resumidas cuentas: desde 1334 queda acreditado fehacientemente el cuidado y la preocupación por la integridad de los toros de lidia, realidad que hoy por hoy algún ministro parecería desconocer y que tampoco se ha sabido explicar desde los centros públicos y las comisiones de asuntos taurinos, así desaprovechado el inmenso patrimonio documental, literario, musical y artístico que certifica la profundidad y riqueza de la cultura de la Fiesta.

Ahora bien, gozando, como gozamos, de un gobierno que ha hecho bandera del diálogo, señor ministro, ¿cuándo hablamos de lo nuestro?, porque los Toros son nuestros, patrimonio español cultural y ecológico. Mejor, claro está, cuanto antes. Así se cortaría de raíz la sospecha, puesta en circulación por algunos malpensados, de que dicho talante conciliador solo sea para fugados y separadores. Yo no quisiera creerlo.

*Gonzalo Santonja Gómez-Agero es socio de «Los de José y Juan», catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense (2004),  director de la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Pertenece a  Academia Norteamericana de la lengua Española (ANLE) y  Academia Argentina de Letras, es Hijo Predilecto de Béjar (Salamanca),  Honorary Fellow in Writing por la Universidad de Iowa (USA), Profesor Honorario de la Universidad Ricardo Palma (Lima, Perú), dirigedesde 2010 el Foro Internacional de Filología de la Feria del Libro de Guadalajara (México) y, entre otras distinciones, es Premio Nacional de Literatura (Ensayo) y Premio Castilla y León de las Letras.

Ir al artículo publicado en ABC. 

El País entrevista a Francois Zumbiehl, socio de «Los de José y Juan».

A continuación, os dejamos con la entrevista que le hace Antonio Lorca, crítico taurino y colaborador de El País, a Francois Zumbiehl, socio de «Los de José y Juan», y en la que ambos reflexionan acerca del presente, pasado y, sobre todo, futuro de la fiesta.

François Zumbiehl, intelectual y militante taurino, apuesta por la autenticidad de la fiesta

François Zumbiehl (París, 1944), catedrático de Lenguas Clásicas, doctor en Antropología Cultural y militante taurino está convencido de que la fiesta de los toros perdurará “mientras la comunidad de aficionados valore lo que tiene entre las manos, exprese sin miedo su voz y defienda el respeto a la diversidad cultural en el caso de que se convierta en una minoría; mientras haya una afición que reivindique su libertad, —insiste—, la fiesta seguirá viva”.

Zumbiehl es un reconocido intelectual francés que ha dedicado su vida profesional a la diplomacia (ejerció como consejero cultural de la embajada de Francia en España durante los años 1975-82, trabajó en esa misma labor en las cancillerías de Hungría, Canadá, Venezuela y Noruega, y fue director adjunto de la Casa Velázquez, institución cultural francesa dedicada al estudio del hispanismo), es aficionado a los toros desde pequeño, autor de varios libros taurinos —uno de ellos dedicado a la figura de Manolete—, y una de las voces más autorizadas en defensa de la tauromaquia como patrimonio cultural inmaterial.

De hecho, en 2011 coordinó en su país un comité científico que elaboró un argumentario que sirvió de base para que el Ministerio de Cultura de Francia aceptara incluir la fiesta de los toros en el inventario nacional del patrimonio cultural inmaterial de ese país.

“Ese fue el resultado de un serio y documentado trabajo que provocó tal revuelo entre los antitaurinos que el Ministerio decidió no publicar la ficha en la web del departamento”, explica Zumbiehl, “lo que no significa que los toros hayan sido desposeídos del merecido reconocimiento”.

Hijo de madre venezolana y padre francés, François Zumbiehl conoció muy pronto la fiesta por casuales razones familiares, y recuerda que la primera corrida que presenció fue en 1956 en Bayona, en la que Antoñete, Julio Aparicio y Litri lidiaron reses de Urquijo.

“Fue un festejo tan emocionante —añora— que se me clavó en el corazón”.

Ha visto muchas corridas desde entonces, ha leído mucho, ha escrito sobre toros, y se le reconoce hoy como un respetado taurino, convencido de la esencia antropológica y cultural de la tauromaquia.

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François Zumbiehl, en un acto celebrado en la Maestranza de Sevilla. TOROMEDIA

“La fiesta de los toros —afirma— sigue enseñándonos aspectos tan fundamentales de la existencia como la relación entre la vida y la muerte o la aproximación entre lo rural y lo urbano”.

“La sociedad actual ha perdido de vista la ruralidad”, prosigue, “muchos creen que ahora existe una mejor relación con los animales, y es falso. Lo que hemos hecho es convertir a nuestras mascotas en sustitutos de los humanos”.

“El mundo rural nos recuerda que esa aproximación entre el hombre y el animal, entre la intuición y la inteligencia del torero y la irracionalidad del toro indómito es algo fundamental que debe mantenerse en el siglo XXI”, concluye.

A su juicio, la fiesta de los toros forma parte del patrimonio cultural inmaterial porque cumple con los criterios exigidos por la UNESCO para tal calificación; es un espectáculo tradicional, contemporáneo y viviente; es ritual, promueve el conocimiento de la naturaleza, es integrador…

“Tradición significa transmitir a las nuevas generaciones una afición, una pasión, una identificación, un patrimonio”, explica; “no es algo anclado en el pasado, sino todo lo contrario, una proyección hacia el futuro”.

— Pero también es un espectáculo cruento…

— “Es un sacrificio, es verdad, pero muy respetuoso con el animal, cuya carne va a ser consumida. El toro es criado en un ámbito de libertad y tiene la posibilidad de expresar su bravura. Para mí, es impensable una tauromaquia incruenta porque ese sería su final. El torero pone en juego su vida, algo que no sucede en ninguna otra actividad, y supone una reciprocidad ética incuestionable”.

François Zumbiehl se siente más español que francés; ha abandonado su casa parisina y se ha instalado en Madrid “por razones taurinas, sí, pero también porque aquí siento que vibra la vida y es posible establecer una relación con la gente que no existe en otra parte del mundo; estoy encantado de estar en España”.

Y desde un apartamento cercano a la plaza de Las Ventas analiza con cierta nostalgia la situación actual de la fiesta.

“Se encuentra en una encrucijada: puede desaparecer si se convierte en un espectáculo previsible. Se dice que ahora se torea mejor que nunca, y que el toro es seleccionado para ser el mejor colaborador del torero. Yo creo que eso es no es positivo. Lo bonito de la corrida es su imperfección; si, por el contrario, tiende a ser un espectáculo reglado, como lo es el circo, desaparecerá”.

Y desde esa perspectiva hace un retrato de la afición francesa, ejemplar en algunos aspectos para la española.

“Todas las aficiones tienen virtudes y defectos, pero destacaría tres rasgos de la de mi país. Primero, manifiesta mucho respeto por el toro y exige los tres tercios de la lidia, especialmente la suerte de varas. Al aficionado francés le interesa el espectáculo completo y no solo la faena de muleta. Segundo, se cuenta, por lo general, con la opinión de los aficionados a la hora de organizar las ferias; cada ciudad tiene su línea editorial, su sensibilidad y su forma de interpretar el toreo, pero las peñas pueden ofrecer su parecer sobre toros y toreros. Y tercero, el espectador francés no cree que lo sabe todo, se documenta, lee y mantiene un afán permanente por aprender. Y un corolario final: cada seguidor francés se ha dado cuenta de que debe ser un militante taurino, y creo que esa es la asignatura pendiente de los españoles”.

— ¿Se considera usted torista o torerista?

— “Un gran escritor dijo una vez que no era de derechas ni de izquierdas porque no quería ser un hemipléjico intelectual. Por la misma razón no me considero ni torista ni torerista. La fiesta es la fusión de un toro que te emociona y un torero capaz de cincelar una obra de arte, efímera, sí, pero que nos permite llegar al paraíso de la emoción”.

Admira a Talavante, Roca Rey, El Juli, José Tomás, Morante…, “y a cualquier torero que sea capaz de emocionarme, que consiga ese equilibrio entre el compromiso de poner en juego su vida y la creación artística”.

“Déjeme una conclusión final: el riesgo de que la tauromaquia se desvirtúe y pierda su autenticidad es más grave para el futuro que todos los ataques externos”.

*Ir a la entrevista de El País. 

 

José-Vicente Sinisterra Gago publica el libro “El mundo de Rafael Gómez Ortega El Gallo”. Un recorrido por la vida del genial torero.

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José-Vicente Sinisterra Gago, socio de la peña «Los de José y Juan», acaba de publicar el libro “El mundo de Rafael Gómez Ortega El Gallo”. Un recorrido por la vida del genial torero, nacido en Madrid, aunque todo el mundo le considera sevillano, y la de su familia a través a través de sus pasajes taurinos y personales más importantes. “Es una biografía coral de los Gómez García – Gómez Ortega – Ortega Gómez desde 1847 hasta 1960. Afirma su autor:” No pretende ser un libro aburrido ni erudito, aunque tiene una gran revisión bibliográfica. Está escrito para gente joven que se acerca a la tauromaquia.

La obra trata un sinfín de temas: la relación del flamenco y el toreo en la biografía vital del Divino Calvo; la situación social y política en la infancia de Rafael; sus primeros pasos en el toreo, desde becerrista a matador de alternativa; su amarga historia de amor con Pastora Imperio; el crecimiento de su mito como torero de arte imprevisible; su vuelta a los ruedos de España en 1934; sus andanzas en el Madrid sitiado durante la Guerra Civil; su vida tras el conflicto bélico; su relación con Juan Belmonte que actuará como “hermano mayor” tal y como califica al Pasmo de Triana el autor a tenor de la estrecha relación ambos espadas tras la postguerra….Además hay capítulos dedicados al tratamiento que le dio la crítica de la época, al estudio grafológico de su firma y su evolución a lo largo de su vida; al análisis de su psicología y de sus supersticiones; las relación con los dos hermanos José y Fernando, con su hermanas Trini, Gabriela y Lola; con sus sobrino José Ignacio, Rafaelillo y Joselillo. Hay un recopilatorio de anécdotas y dichos que se le atribuyen; de los recuerdos que trajo de América, una análisis sobre su toreo, las opiniones que aportó acerca de otros toreros y sobre el futuro de la Fiesta.

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Especial mención tiene el estudio clínico sobre los problemas renales de Rafael y la revisión de los festivales en los participó después de 1939 como matador, como presidente en el palco o como homenajeado.

Pero el abundante material no acaba ahí: otros aspectos estadísticos como la relación de toros que le devolvieron al corral; de sus famosas “espantás”; de su cogidas graves y de las alternativas y confirmaciones que concedió durante su vida en activo tiene cabida a los largo de las más de doscientas páginas que tiene el volumen, que se completa con las opiniones que de él dijeron multitud de colegas y la relación que mantuvo con intelectuales, artistas y poetas de su época.

A juicio del autor, lo más interesante de la obra es “el estudio de la boda y separación de Rafael y Pastora, con datos inéditos como los datos aportados por el sacristán de la Iglesia San Sebastián de la C/Atocha; el estudio de la evolución de la personalidad en diversas épocas a través de su firma; y el estudio psicológico de su personalidad”. La obra es interesante en sus contenidos aportando información nueva sobre el torero y su familia.

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El mundo de Rafael Gómez Ortega, El Gallo. José-Vicente Sinisterra Gago. Editorial El Azar.

Comentario Publicado en la revista Aplausos. Enero 2018. Director José Luis Belloch.

José-Vicente Sinisterra, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es catedrático de Química Orgánica y Farmacéutica de la UCM. Profesor invitado en diversas Universidades extranjeras, ha publicado 256 trabajos en revistas internacionales sobre sus investigaciones en Biotecnología y Biocatálisis y ha sido director del Servicio de Biotransformaciones Industriales del Parque Científico de Madrid.

Es miembro de la ASABAF de Valencia y de la Asociación de Bibliófilos Taurinos de España.

Ha impartido conferencias sobre cultura, historia y arte de la Tauromaquia en diversas peñas taurinas y centros culturales, y ha publicado los libros:

De Grana y Oro y de Catafalco y Azabache.- Ediciones los de José y Juan, Madrid 2016

El mundo de Rafael Gómez Ortega El Gallo. Editorial El Azar, Madrid 2017.

Pilar González del Valle, Socia de «Los de José y Juan», invitada de lujo en la tienta de Samuel Flores.

Samuel Flores
Pilar González del Valle junto a Román y los alumnos de la escuela Taurina de Valencia.

Una tienta de machos es donde se toman algunas de las decisiones más importantes de una ganadería. La puerta que abre el camino al éxito, tiene su gozne en el acierto con los animales que van a transmitir el concepto de la bravura que busca el ganadero.

Samuel Flores
Empleándose en el caballo.

La ganadería de Samuel Flores se puede considerar histórica. Tiene encaste propio según la Unión de Criadores de Toros de Lidia y es propiedad de la familia Flores desde 1914, que la creó con reses de origen Parladé y en 1925 añadió sementales de Gamero Cívico, del mismo origen.

Su propietario está acometiendo una renovación importante y uno de los fundamentos es la búsqueda de nuevos sementales, que puedan fijar las características del encaste.

Hierros de Samuel Flores

Enrique Ponce, torero muy vinculado a la ganadería y Javier Conde, estuvieron tentando tres machos, el pasado 12 de junio, que tienen el hierro de Castillo de Montizón, para sementales.

Pilar González del Valle, que asistió a dicha tienta como invitada de honor, nos ha hecho llegar estos interesantes vídeos.

Pilar González del Valle, socia y ex-presidenta de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es IV Marquesa de la Vega de Anzo. Es miembro del Consejo de Asuntos Taurinos de la comunidad de Madrid. Ha sido vicepresidenta del Rastrillo “Nuevo Futuro” y colabora asiduamente con Mensajeros de la Paz, la ONG presidida por el padre Ángel. 

 

 

El 31 de mayo de 1951 se constituye la peña taurina «Los de José y Juan»

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Juan Belmonte con los socios fundadores de la peña.

Transcurre la primavera del año 1951 en Madrid. La capital, entonces era una ciudad tranquila, donde se podía pasear al caer de la tarde y conversar tranquilamente sin casi automóviles, ni televisión que invada la vida privada. Eran tiempos de difícil situación económica pero de grandes esperanzas para un país que estaba deseando iniciar su despegue.

En la ciudad proliferaban las tertulias, en las que junto al teatro y cine -en este año se estrena «Bienvenido mister Marshall»- pasaban su tiempo libre los madrileños. Los espectáculos de masas eran, al igual que ahora, el fútbol, que era algo romántico circunscrito a lo deportivo, y básicamente los toros.

Los aficionados a los toros acudían habitualmente a la Plaza de las Ventas y circunstancialmente a la de Vista Alegre a ver a las figuras del momento: Pepe Luis, Luis Miguel, Antonio Bienvenida, Rafael Ortega, etc. Muchos de estos aficionados tenían sus propias tertulias que con el tiempo evolucionaron en la constitución de peñas taurinas, siguiendo una lógica tendencia asociativa que por aquel entonces estaba en otros campos un tanto restringida.

Independientemente de la «Peña Cocherito de Bilbao» a la que rendimos cariñoso homenaje por ser buenos aficionados y amigos y por ser la peña decana, ya que se fundó en 1910, los amantes de la fiesta se fueron agrupando, poco a poco, en distintas peñas, como el «Club Taurino Madrileño», fundado en 1945 o la «Peña el Puyazo» fundada en 1948 la cual vive en nuestros días una floreciente actividad. La «Peña El 7» que agrupó y agrupa a numerosos buenos aficionados se constituyó al año siguiente de la nuestra, en 1952.

Pues volviendo al año 1951, año importante para la fiesta, pues en él toman la alternativa nada menos que Julio Aparicio, Miguel Báez «El Litri», Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez, ocurre que durante la primavera en una tertulia de aficionados, casi todos afiliados al «Club Taurino Madrileño» deciden que, ante la crisis que sufre la fiesta -siempre ha habido crisis, podemos decir que la fiesta vive en una crisis permanente-, reflejada en la extensión de la corruptela del afeitado, se hace necesario tomar postura a favor de la pureza del espectáculo taurino. Para ello, entendieron que lo mejor era reivindicar la pureza que ellos conocieron en sus años juveniles en los que tuvieron la suerte de vivir la «Edad de Oro del Toreo» en los cuales, a través de Joselíto y Belmonte coincidieron ciencia, arte y toro. Así pues deciden solicitar a los poderes públicos, previa entrega de la documentación necesaria, el permiso para la fundación de una peña dedicada a la consecución de estos objetivos. El día cinco de mayo se recibe la autorización para la formalización de la fundación de la Peña que había sido solicitada por los señores: Alberto Romero, Ángel Linares, Luis Fernández Salcedo, Rosario Abarquero, Edmundo González Acebal, Adolfo Bollaín, Joaquín Casas, Mauricio Maigne, Fidel Perlado, Félix Rebollo, Gonzalo Tejerína, Fermín Lastra y Julio de Urrutia que serian los primeros socios y por lo tanto fundadores de la Peña se dedican a la preparación de la fundación oficial de la Peña, lo que culminan en pocos días a pesar de coincidir con la quinta Feria de San Isidro.

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En ese año, la feria constó de siete corridas y dos novilladas; ¡y eso que entonces lo que sobraban eran figuras del toreo! Pero, quizá lo que faltaba era dinero. El triunfador de la feria fue Pepe Luis Vázquez, registrándose una gran faena de Antonio Bienvenida el día de la confirmación de El Litri. A la salida de las corridas solían reunirse, este pequeño grupo de aficionados, que habitualmente asistían a las corridas con sus respectivas señoras, exactamente a unos metros de la taquilla de la izquierda de la puerta grande de la plaza, lo cual era lógico, puesto que casi todos tenían abono -los más procedentes de la antigua plaza de toros- en el tendido ocho. De allí, tras comentar la corrida, solían irse en aquellos rudimentarios autobuses de ¡¡a los toros!! a la taberna de Antonio Sánchez en la calle Mesón de Paredes, 15 donde seguían comentando la corrida junto al dueño del local, el recordado gran torero Antonio Sánchez, rodeados de cuadros de Zuloaga, mientras cenaban y de postre degustaban las maravillosas torrijas que se elaboraban en la casa.

Pues bien, en dicho local, que inmortalizara Antonio Díaz Cañabate en el libro: «Historia de una Taberna», se constituyo a las 20,00 h. del día 31 de mayo la «Peña Taurina Los de José y Juan» con los socios fundadores que lo solicitaron. La primera Junta Directiva fue la siguiente:

  • Presidente: Don Edmundo González Acebal
  • Secretario: Don Fermín Lastra Cobeña
  • Tesorero: Don Fidel Perlado López
  • Vocal 1º: Don Adolfo Bollaín Rozalem
  • Vocal 2º: Don Luis Fernández Salcedo
  • Vocal 3º: Don Julio de Urrutia Echaniz

Fijándose el domicilio social en la Cervecería La Tropical en la calle Alcalá 21.

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Este artículo está escrito por Ángel Linares, socio de la peña «Los de José y Juan» e hijo de uno de los fundadores de la misma.

Se puede ver el artículo completo en la página web www.losdejoseyjuan.com

ADOLFO MARTÍN, PREMIO A LA CORRIDA MÁS ENCASTADA Y MENCIÓN ESPECIAL A SALTILLO DE “LOS DE JOSÉ Y JUAN”

La Peña Taurina “Los de José y Juan”, creó el premio Luis Fernández Salcedo en el año 2003, que se otorga desde entonces a la corrida más encastada de la feria de San Isidro, lidiada completa.

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Chaparrito, de Adolfo Martín y lidiado por Pepe Moral, fue un toro bravo y encastado.

La casta del toro bravo es la garantía de supervivencia de la corrida y la casta además de ser la madre de la bravura, implica también la acometividad del toro y su capacidad de defender su terreno además de una capacidad imprescindible que es una cierta imprevisibilidad en sus reacciones.

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Pepe Moral y Chaparrito en el tercio de muleta.

El camino de las ganaderías que priman la nobleza en la faena de muleta, como principal componente de la bravura, está llegando a la docilidad y a la exclusión del riesgo. Dentro de las actividades artísticas, hay mejores ejemplos que la corrida de toros en los que el movimiento y la composición de la figura humana crean belleza. Lo fundamental de la corrida de toros es que esa belleza se crea con la exposición al riesgo del torero ante las reacciones de un toro de casta.

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Mentiroso, de Adolfo Martín, fue el toro de la alternativa de Ángel Sánchez.

Esta feria de San Isidro no ha sido pródiga en corridas encastadas, aunque  un amplio grupo han satisfecho las expectativas de los aficionados, sin llegar a ser brillantes.

A juicio de la mayoría de los socios de la Peña, reunidos el miércoles 13 de junio, Adolfo Martín ha lidiado la corrida más encastada de San Isidro 2018, ha sido la que mejor ha demostrado el equilibrio que la casta implica entre la acometividad y la bravura. Lidió al bravo Chaparrito, y el resto de su corrida mostró las varias reacciones de la casta en el toro bravo o manso, sin que la sensación de peligro y el peligro real, estuvieran ausentes durante la corrida.

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Asturdero, de la ganadería Saltillo, fue un toro con casta y bravura.

Asimismo se ha otorgado una Mención especial a la ganadería de Saltillo, por recordarnos con su corrida que el toro bravo proviene de un animal salvaje y que la esencia de una corrida de toros consiste en domeñar esa acometividad. La corrida de Saltillo ha ejercido de espejo donde mirar el espectáculo tantas veces domesticado de numerosas corridas actuales.

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Sebastián Ritter dominando a Galguito, de la ganadería Saltillo.

*Fotos de Andrew Moore.

Ándrés Amorós, socio de «Los de José y Juan» recibe el premio Fábula Literaria Vicente Zabala.

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Foto recogida del blog «Del toro al infinito»

Andrés Amorós, socio de “Los de José y Juan” ha recibido el pasado sábado 2 de junio el XV PREMIO «FÁBULA LITERARIA VICENTE ZABALA” que otorga El Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida.

Este premio fue instituido en memoria de Vicente Zabala Portolés, quien ejerció la crítica taurina en las páginas de ABC y su primer galardonado en el año 2002 fue Guillermo Luca de Tena, director del diario en dicho año en el que se cumplía el centenario de su fundación.

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Foto recogida del blog «Del toro al infinito»

Andrés Amorós recibió su galardón de manos del escritor y antólogo, Fernando del Arco, presidente de Círculo T. A. Dinastía de Barcelona y agradeció el galardón con brillantez e intensidad, en lo que fue una auténtica ponencia, que recorrió desde la exaltación de los valores de la tauromaquia a través de dos dinastías señeras como Dominguín y Bienvenida, hasta otros aspectos de la cultura taurómaca, con un preciso análisis del mundo del toro actual respecto a la situación social y política.

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Foto recogida del blog «Del toro al infinito»

En el mismo acto celebrado en la sala Antonio Bienvenida de la plaza de toros de Las Ventas se entregó el XIV PREMIO “ANTONIO BIENVENIDA” A LOS VALORES HUMANOS al matador de toros Gonzalo Caballero.