CENTENARIO GALLITO

Artículo publicado por Andrés de Miguel en su blog «Adiós Madrid».

El jueves 28 se presentó la Agenda Taurina 2020 en la Real Casa de Correos, sede de la Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid, con la presencia de la Presidenta de la Comunidad y la Consejera de Presidencia entre otras autoridades.

Esta edición está dedicada al Rey emérito de España, Juan Carlos I y a José Gómez Ortega, “Gallito” en los carteles y Joselito en la prensa y la vida de su época, el “rey de los toreros”, en conmemoración del centenario de su muerte en Talavera de la Reina. También está dedicada a Olivenza, San Clemente y a numerosos protagonistas de la fiesta.

Andrés Amorós, glosó la figura de Joselito, a quien se le dedican cinco artículos en la Agenda y yo hice la presentación de la iniciativa del CENTENARIO GALLITO, con la que se pretende conmemorar al torero, organizador, reformador e impulsor de la tauromaquia del siglo XX que la ha permitido llegar a nuestros días.

RAZONES DE UNA CONMEMORACIÓN ¡VIVA GALLITO! 

Cien años hace de la muerte de Joselito en Talavera de la Reina, en los cuernos del toro Bailaor. Es conveniente y necesario recordarlo, pero al plantearnos la conmemoración, la primera pregunta que se nos ocurre indaga en los motivos. ¿Por qué conmemorar el centenario de esa muerte tan lejana, de un torero tan distinto a los que conocemos, protagonista de una fiesta que ha cambiado tanto, hasta ser prácticamente irreconocible en las películas de la época, con respecto a los modelos actuales? ¿No hay motivos y momentos más felices para recordar?

Lo celebramos, lo recordamos, precisamente porque no es tan distinto a lo que ahora vemos. Si somos capaces de rascar sobre la superficie de las viejas películas en blanco y negro, de velocidades increíbles y con suertes de escaso reposo, veremos el toreo actual en todo su esplendor, despojado de la calma actual y marcado por una viveza de reacciones que en estos momentos es sorprendente y necesaria.

La vida, la trayectoria taurina, el significado histórico está analizado en esta agenda por grandes y competentes aficionados, y yo me voy a referir a la importancia de su figura para el toreo de hoy. Joselito significa la innovación, la ilusión, el clasicismo, la difusión de la tauromaquia en la sociedad y también la entrega a su profesión, la superación de su arte, la organización del espectáculo y todo ello sin eludir el riesgo que fatalmente se haría realidad en la plaza de Talavera de la Reina.

Vivimos momentos de cambio en la sociedad. Nuevas formas de vivir, de entender las relaciones sociales y personales, nuevos desafíos y nuevas diversiones. La tauromaquia se ha reinventado en numerosas ocasiones y no otra es la necesidad actual, y allí es donde el ejemplo de Joselito es pertinente. La innovación es necesaria en todas las actividades y más aún en una actividad en la que el espectáculo es un componente esencial. La innovación que plantea Joselito en su vida taurina es completar y definir el corpus clásico del toreo. Todo clasicismo tiene su barroco y ese barroco tiene el germen de su rococó y allí estamos ahora. Innovar es plantear el clasicismo en la situación actual, no es volver a los saltos y quiebros, ni quedarse en la previsibilidad de la nobleza estéril, del toro seleccionado para evitar la agresividad.

Repetimos hasta la saciedad que la sociedad tiene nuevas formas de relacionarse y divertirse, numerosas opciones de ocio, pero a veces olvidamos que muchas de esas opciones se han tenido que reinventar sobre sus antiguos espectáculos y no está de más recordar la evolución de la inserción social del fútbol o los cambios en los hábitos de ver cine. Otros son nuevos debidos a la irrupción de la tecnología digital y han tenido que sobrevivir entre una numerosa competencia. Joselito  entendió los cambios de su época y propició los nuevos recintos donde acudir a ver las corridas de toros, además de entroncar con los gustos de la época en la nueva selección de la bravura.

La corrida de toros es una mezcla, confusa si se quiere, de espectáculo y por tanto negocio, rito pagano y por consiguiente expuesto a la denuncia de herejías, y cultura y por ello sometido a los vaivenes del gusto. El núcleo fundamental por lo que ha sido denostado a veces y ensalzado la mayoría del tiempo es por su capacidad de forjar la imagen del héroe. En un vaivén clásico socialmente, se ha pasado, en unos pocos años, de ensalzar al torero como héroe que crea su arte en un espectáculo en el que no está ausente el riesgo físico del protagonista, a estigmatizar a la corrida de toros y sus seguidores.

Precisamente Joselito, “Gallito” si se quiere, es ese ejemplo acabado que unificó en su figura la representación de los distintos vectores que inciden y conforman la corrida de toros. Entendió el espectáculo que necesita crear repetidamente un acontecimiento a hora fija, para lo que influyó en la selección del ganado, amplió la base social de los espectadores con la creación de las plazas monumentales, apoyó la difusión de las corridas de toros con los nuevos medios visuales, apoyando decididamente la grabación cinematográfica de las mismas. En definitiva difundió de una manera adecuada a la sociedad de su tiempo un espectáculo abierto a las mayorías sociales.

Esta difusión estaba basada en el respeto del riesgo que da fuerza a la imagen del héroe. La gloria que acompaña al héroe está basada en la asunción del riesgo. El riesgo no se tiene que materializar necesariamente, pero tanto hace un siglo, cuando recordemos no existían los antibióticos, ni la medicina tenía el actual conocimiento y cualquier herida podía ser mortal con la aparición de la infección, como actualmente, cuando hemos tenido ejemplos recientes en los que el peligro del toro se ha materializado llevándose por delante la vida del torero, la importancia determinante del papel del torero es representar al héroe que arriesga su vida de manera gratuita para crear una emoción estética para los aficionados y un espectáculo para los asistentes ocasionales.

Al mismo tiempo que actualmente se detecta un aumento de la edad media de los asistentes a las corridas de toros, se está produciendo una incorporación de jóvenes de las generaciones actuales que pueden significar un relevo para la envejecida afición y que resultan atraídos por un espectáculo que a primera vista es arcaico y, por tanto, sincero, y que resulta ser radicalmente moderno, en tanto que el artista creador se compromete con su arte hasta el punto de arriesgar su vida en su creación.

Este es, sin duda, el motivo por el que debemos conmemorar el centenario de la muerte de José Gómez Ortega “Gallito” en la plaza de Talavera de la Reina, porque fue capaz de elevar el arte de torear a la cumbre del clasicismo, como base para la renovación, consolidación y difusión de las corridas de toros. Todo ello con el completo compromiso personal con su arte, que le condujo, de manera sorprendente para sus seguidores, a su propia muerte en el ruedo.

No hay mejor epitafio que el que le dedicó Gregorio Corrochano, el gran cronista de la edad de toro de la tauromaquia: “¿Qué es torear? Yo no lo sé. Creí que lo sabía Joselito y vi cómo le mató un toro”, para definir el compromiso de un espectáculo que tiene su hueco en esta sociedad multiforme, en la que, no nos dejemos engañar por las apariencias, hay un lugar preferente para quienes se comprometen con su esfuerzo, en mostrar una de las maneras en la que la cultura hace uso de la fuerza desatada de la naturaleza para crear belleza.

Por eso es pertinente conmemorar el centenario de la muerte de Joselito.

Andrés de Miguel es sociólogo, aparejador y presidente de la peña «Los de José y Juan. Es, a su vez, colaborador en diversos medios taurinos, impulsor de la Tertulia de Jordán y editor del blog de toros ADIÓS MADRID, cuyo nombre viene del libro del mismo título, escrito en colaboración con José Ramón Márquez. Es autor del ensayo «Los aficionados integristas».

Gonzalo Santonja redescubre el origen del toreo a pie.

Gonzalo Santonja en la presentación de su libro junto a Andrés Amorós y el presidente de la Junta de CyL entre otros.

 

  • Gonzalo Santonja presentó dos obras en el Palacio Real de Valladolid sobre los comienzos del toreo a pie, arropado por el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.
  • Andrés Amorós, partícipe en su presentación, dedica un interesante artículo en el Diario ABC a este estudio de Gonzalo Santonja.

«Tierras adentro. Andanzas y escrutinios por le país de la piel del toro» y «Los toros del Siglo de Oro. Anales segovianos de la Fiesta», son los dos libros que, bajo el título de «De Cossío a Santonja. Una historia de la tauromaquia», presentó el pasado martes el director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua y socio de «Los de José y Juan», Gonzalo Santonja, en un repleto Salón del Trono del Palacio Real de Valladolid y dentro del Aula Cultural de El Norte de Castilla, y con los que Santonja reivindica la tauromaquia además de rescatar, con datos contrastados en diferentes archivos, los comienzos del toreo a pie. Un sencillo acto en el que estuvo arropado por el catedrático Andrés Amorós, socio también de «Los de José y Juan», el escritor Juan Manuel de Prada y el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, quien destacaba que lo taurino, siempre tan presente en la cultura, el patrimonio y las costumbres de la Comunidad, constituye uno de los rasgos singulares de Castilla y León.

«El toro y sus manifestaciones gozan de una historia milenaria en Castilla y León. Su figura aparece en Guisando, en la Estela romana de Clunia, en la misma Universidad de Salamanca y se menciona, por ejemplo, en los Fueros de Zamora, Ledesma o Alba de Tormes», recordaba el presidente durante la presentación.

Asimismo, aseguraba que el toro sigue estando muy arraigado en la cultura popular, como por ejemplo en encierros, corridas, fiestas de Carnavales y “Sanjuanes”, y apuntaba que dos de cada diez castellano y leoneses disfruta de alguno de los 2.300 espectáculos taurinos que hay cada año en esta tierra, que es la segunda región de la España autonómica en asistencia a estos festejos.

Finalmente, ponía en valor que en Castilla y León residen la quinta parte de todas las explotaciones de lidia españolas, lo que le dota de una indudable repercusión económica, que llega a significar el 1,5 por ciento del PIB regional y permite mantener más de 13.000 empleos.

Gonzalo Santonja Gómez-Agero es catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense (2004), director de la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Pertenece a Academia Norteamericana de la lengua Española (ANLE) y Academia Argentina de Letras, es Hijo Predilecto de Béjar (Salamanca), Honorary Fellow in Writing por la Universidad de Iowa (USA), Profesor Honorario de la Universidad Ricardo Palma (Lima, Perú), dirige desde 2010 el Foro Internacional de Filología de la Feria del Libro de Guadalajara (México) y, entre otras distinciones, es Premio Nacional de Literatura (Ensayo) y Premio Castilla y León de las Letras.

El sector taurino debe reaccionar antes de que sea tarde

Por Andrés Amorós.

El acuerdo de Gobierno del PSOE y Podemos supone un riesgo gravísimo para la Fiesta. Basta con leer el punto tercero de su acuerdo. El epígrafe «Cambio climático» (¿qué tendrá que ver eso con los toros?) concluye propugnando la «garantía de un trato digno a los animales». La frase es vaga pero la intención, evidente. (En la foto de los muñidores del pacto, junto a personalidades como Irene Montero y Adriana Lastra, figura el fundador de Equo, Juantxo López de Uralde).

Es fácil prever cuáles serán los pasos sucesivos: 1/ Difundir que la Fiesta es vieja, casposa, cruel y antidemocrática. 2/ Autorizar y favorecer cualquier manifestación antitaurina. 3/ Suprimir la información taurina en TVE. 4/ Impedir que muchos Ayuntamientos incluyan en su calendario de fiestas espectáculos taurinos. 5/ Promulgar normas autonómicas que impidan el acceso a las Plazas de los menores. 6/ Promover referéndums locales sobre la prohibición de los toros. 7/ Exigir que las corridas sean «a la portuguesa», sin sangre. 8/ Una vez lograda la disminución de espectadores, como pasó en Barcelona, prohibir los espectáculos taurinos.

¿Lograrán todo esto? Será más fácil si le toca a Podemos el Ministerio de Cultura, convertido en Ministerio de Propaganda. La Ley que protege la Fiesta como patrimonio cultural puede ser derogada, igual que cualquier otra: no cabe duda de que Podemos lo intentará y tendrá que retratarse el PSOE, que defiende la Fiesta en Andalucía pero se pone de perfil, en otros lugares. Dependerá también de la reacción social que toda esta maniobra genere. Si el sector taurino elige esperar antes de hacer nada, cuando quiera hacerlo, ya será tarde.

Andrés Amorós, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es doctor en Filología Románica y catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid.  Ha publicado obras relevantes sobre la tauromaquia y actualmente ejerce la crítica taurina en el diario ABC de Madrid. Entre sus galardones destacan el Premio Nacional de Ensayo, el Premio Nacional de la Crítica Literaria, el Premio Fastenrath de la Real Academia Española y el Premio José María de Cossío.

EL PREMIO ADOLFO BOLLAÍN 2019 PARA LOS DOCTORES VAL-CARRERES Y GARCÍA PADRÓS.

Máximo García Padrós en una foto de ABC

Por Luis Madero López.

La Asamblea de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, celebrada el pasado 28 de octubre, acordó otorgar el XXXV Premio Adolfo Bollaín al “Acontecimiento taurino más relevante de la temporada 2019” a los doctores Carlos Val-Carreres y Máximo García Padrós por su extraordinaria dedicación y capacidad profesional desplegada a lo largo de muchos años. Pocas veces un premio taurino ha premiado tan justamente a dos trayectorias como son las de estos dos máximos expertos en cirugía taurina.

Ambos pueden ser considerados como cirujanos taurinos de” dinastía”. En efecto, el Dr. Carlos Val-Carreres es cirujano de la Plaza de toros de Zaragoza desde 1980, pero ya su padre y abuelo fueron cirujanos de la misma y, afortunadamente, su hija Pilar, ha seguido la tradición familiar y ya forma parte del equipo médico de esta Plaza. Por su parte, el Dr. Máximo García Padrós comenzó su andadura en la cirugía taurina junto a su padre, Máximo García de la Torre, en el año 1972 y ya en el año 1985 fue nombrado cirujano jefe de la Plaza de toros de Madrid y, también en su caso, su hijo Máximo García Leirado se ha incorporado recientemente al equipo médico de las Ventas.

En ambos es común que su conocimiento, esfuerzo y dedicación para atender todo tipo de percances, haya salvado la vida a multitud de toreros.

Así desde que el Dr. García Padrós es cirujano jefe de la plaza de las Ventas, muchos han sido los toreros que han salvado su vida gracias a su atención. Entre los más graves, destacamos a Julián González de Mata (mayo 1975), Curro Vázquez (junio 1983), Lucio Sandín (marzo 1990), Fernando Cruz (agosto 2012), David Mora (mayo 2014) y, en este último año, Román (mayo 2019) y Gonzalo Caballero (octubre de 2019).

De la misma forma, el Dr. Carlos Val-Carreres ha tratado también a innumerables toreros y algunos de extrema gravedad como Ortega Cano (Octubre 1987), Juan Ramos (octubre 1989), Juan José Padilla (octubre de 2011) y, muy recientemente, Mariano de la Villa (octubre 2019).

Tanto uno como otro también comparten que, aunque los avances realizados en la cirugía taurina son importantes, aún son muchos los logros por conseguir. Entre ellos, la necesidad de potenciar la formación en cirugía taurina mediante una especialización reglada y oficial, probablemente auspiciada por la Sociedad Española de cirugía taurina. También se hace imprescindible recalcar la necesidad de que los toreros se responsabilicen en el tratamiento médico que reciben, colaborando mediante la financiación de cursos y proyectos.

Por último, no quisiera acabar estas líneas sin manifestar mi respeto y admiración por estos dos compañeros que son un magnífico ejemplo de la cirugía taurina.

El premio se entregará en un acto en la próxima primavera.

Luis Madero López, socio de la Peña Taurina “los de José y Juan”, es Catedrático y Jefe de Servicio de Oncología Pediátrica en el Hospital Niño Jesús y la Universidad Autónoma de Madrid.

Académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de España, autor de más de 400 publicaciones internacionales, profesor visitante en más de cinco Universidades extranjeras, director de más de 40 tesis doctorales en universidades españolas. Es conferenciante taurino y aficionado práctico.

Doctor Val-Carreres en una foto de El Heraldo

LOS CABALES HOMENAJEA A JOSÉ VICENTE SINISTERRA

La Peña Los Cabales de Madrid rindió homenaje este miércoles a José Vicente Sinisterra Gago, catedrático y socio de la peña taurina «Los de José y Juan», con motivo de la publicación de sus tres últimos libros: “Cagancho, el torero de los ojos verdes”, “Joselito, el torero triste” y “El mundo de Rafael Gómez Ortega El Gallo”.

Junto al presidente de Los Cabales, Juan Sáenz de Retana, y distintos miembros de su directiva, no faltaron al almuerzo los aficionados Eduardo Altarriba y Rafael Roca, amigos de Sinisterra y miembros de la Asociación de Abonados y Aficionados de Valencia -ASABAF-, entidad a la que pertenece el homenajeado. Asimismo, también hubo representación de amigos y consocios de «Los de José y Juan».

José-Vicente Sinisterra Gago, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es catedrático de Química Orgánica y Farmacéutica de la UCM. Profesor invitado en diversas Universidades extranjeras. Ha sido director del Servicio de Biotransformaciones Industriales del Parque Científico de Madrid. Es miembro de la Unión de Bibliófilos Taurinos y de ABASAF.

CENTENARIO DE LA PLAZA DE TOROS MONUMENTAL DE SEVILLA

Paula Ciordia Navarro nos ha enviado un “Libreto” sentimental y artístico acerca de la Plaza de toros Monumental de Sevilla, de efímera vida, promovida por José Gómez Ortega “Gallito” y que le sobrevivió escaso tiempo.

Un texto, dos poemas y dos cuadros, ilustran este singular Libreto de 12 páginas, de bella edición de cuidada factura, con sólo 60 ejemplares, uno de los cuales nos ha hecho llegar a la Peña Taurina “Los de José y Juan”, que desde aquí le agradecemos.

Este humilde homenaje recordatorio, nos dice en la carta que acompaña el regalo, es una manifestación para el Centenario de la Plaza de toros de la Monumental de Sevilla, que se cumplió el 6 de junio de 2018.

 

LOS 15 GRANDES ACONTECIMIENTOS DE LA TEMPORADA TAURINA 2019

Foto: Andrew Moore

Por Andrés Amorós. 

Ha sido esta una temporada apasionante, que pasará a la historia, con sus luces y sus sombras: grandes triunfos; revelaciones de nuevos diestros; graves percances; importantes resultados artísticos y de público, en las principales Ferias; incorporación de muchos espectadores jóvenes… Sobreponiéndose a su cornada en el ojo, Paco Ureña ha sido el indiscutible triunfador. Han vuelto los toros a Palma pero sigue cerrada la Plaza de Barcelona. A pesar de todos los ataques que recibe, por razones políticas o por un mal entendido animalismo, no cabe duda de que la Fiesta está muy viva.

Roca Rey (Valencia, 15 de marzo)

El diestro peruano inicia su temporada como la acabó: arrasa, en la Feria de Fallas, al cortar tres orejas a los toros de Victoriano del Río. Titula ABC: «Un huracán llamado Roca Rey». Pocos días después, recibe, con Padilla, el premio Taurino de ABC.

El Juli (Sevilla, 2 de mayo)

Con su ganadería preferida, Garcigrande, corta tres orejas y sale por quinta vez por la Puerta del Príncipe -tuvo otra más, pero no pudo salir a hombros al resultar herido-. (También se da la vuelta al ruedo al toro de su triunfo). Es el comienzo de una temporada en la que mantiene su condición de primera figura.

Pablo Aguado (Sevilla, 10 de mayo)

Una de las bombas de la temporada. Titula ABC: «Pablo Aguado corta cuatro orejas, abre la Puerta del Príncipe y se consagra como figura». Con toros de Jandilla, ilusiona, por su sencilla naturalidad. Hacía tiempo que no se veía torear así.

Roca Rey (Madrid, 22 de mayo)

En un ambiente de expectación, el peruano, herido en su primero, hace una importante faena y corta las orejas al último, de Parladé. Ha sido la confirmación de una gran figura. Ocho días después, superará la prueba de lidiar, por primera vez, toros de Adolfo Martín. (Ese percance acabará causando que no pueda torear desde San Fermín).

David de Miranda (Madrid, 24 de mayo)

Una de las revelaciones del año: en su confirmación de alternativa, el diestro onubense, hasta ahora muy poco conocido, que superó un duro percance, aprovecha un gran toro de Juan Pedro con una valerosa faena y abre la Puerta Grande.

Antonio Ferrera (Madrid, 1 de junio)

En una Feria de grandes triunfos, el diestro extremeño realiza el toreo más original e inspirado: abre la Puerta Grande con tres orejas, después de dos faenas de singular personalidad, en una tarde de plenitud. Titula ABC: «Un caudal de torería».

Paco Ureña (Madrid, 15 de junio)

Con toros de Victoriano del Río, cumple al fin su sueño de abrir esa Puerta Grande, demostrando que no le ha afectado la pérdida de un ojo. El público madrileño lo «adopta» totalmente. Titula ABC: «En la tarde de Roca, Ureña ha sido el rey».

José Tomás (Granada, 22 de junio)

En su única actuación, en un cartel singular, alternando con un rejoneador, el diestro de Galapagar suscita una enorme expectación: mata cuatro toros, corta seis orejas y rabo, abre la Puerta Grande. Sigue siendo un fenómeno único.

Cayetano (Pamplona, 12 de julio)

Sustituye al lesionado Roca Rey y logra el triunfo más rotundo de su carrera: corta cuatro orejas a una nobilísima corrida de Núñez del Cuvillo (titula ABC: «Saborea a un gran “Aguaclara”») y sale lanzado para las Ferias del verano.

Enrique Ponce (El Puerto, 10 de agosto)

Había sufrido una gravísima lesión en su rodillaen Fallas, el 18 de marzo: la «tríada» que temen los deportistas. En un tiempo récord, logra volver a los ruedos con un éxito rotundo, indultando a «Fantasía», de Juan Pedro, y saliendo en hombros.

Paco Ureña (Bilbao, 23 de agosto)

Culmina su temporada de repetidos triunfos con una de las actuaciones más rotundas de todo el año, con toros de Jandilla. Titula ABC: «Paco Ureña, en la cumbre». En una tarde histórica, corta cuatro orejas y se consagra como primera figura.

Emilio de Justo (Dax, 7 de septiembre)

La gran revelación del año anterior culmina una temporada de mérito, con varios percances, al cortar cuatro orejas y salir a hombros tras haber matado, como único espada, seis difíciles victorinos. Titula ABC: «Emilio de Justo supera un duro examen».

Miguel Ángel Perera (Madrid, 29 de septiembre)

Aunque la espada le impida cortar los seguros trofeos, alcanza su nivel máximo en una tarde polémica. Titula ABC: «Soberbia lección de Perera y Cuvillo». Pincha una gran faena a «Portugués» un toro superior que el tendido 7 quiso devolver.

Antonio Ferrera (Madrid, 5 de octubre)

En la Feria de Otoño, remata felizmente su temporada: una actuación plena de madurez, originalidad, variedad y torería. Titula ABC: «Triunfa en su desafío». En su actuación en solitario, Antonio Ferrera corta dos orejas y sale por la Puerta Grande.

El Cid (Zaragoza, 12 de octubre)

Después de haber recibido, en su despedida, el cariño de los públicos de Sevilla y Madrid, El Cid dice adiós a los ruedos españoles cortando las orejas a un buen toro de García Jiménez y recibiendo el homenaje que su gran trayectoria taurina merece.

UNA FIESTA HUMANA, DEMASIADO HUMANA

Foto: Andrew Moore

Por François Zumbiehl.

Así puede ser calificada la fiesta de los toros cuando son los aficionados los que hablan, y no por ellos los antitaurinos que caricaturizan sus sentimientos achacándoles toda clase de perversidades. También lo hicieron los colonizadores con los pueblos a los que llamaron salvajes, antes de que algunos espíritus selectos propusieran una visión más respetuosa y abierta de estas culturas ignoradas.

Sí, la tauromaquia es tremendamente humana porque es ante todo el espectáculo de la fragilidad. Para que una tarde de toros cumpla con todas sus promesas es preciso que ese día no moleste el aire, que los toros estén en condiciones y tengan embestidas acordes con las posibilidades técnicas y estéticas del matador, y que éste quiera por de pronto alzarse más allá de las obligaciones de su profesión para sentir y expresar su misterio, como muy bien lo dijo Rafael El Gallo.

Por ello los aficionados se asemejan a unos devotos, manteniendo la esperanza incansable del milagro a costa de muchas decepciones. Es innegable que la corrida tiene su parte de crueldad, en el sentido etimológico de la palabra, pero todo el espectáculo tiende a hacerla olvidar: olvidado el miedo, olvidadas la sangre y la violencia cuando la embestida de un toro bravo, subyugada por el engaño, se alarga y se funde con el torero en una armonía inverosímil, como si el hombre por la magia del temple tuviera la capacidad de hipnotizar al toro y de parar el tiempo. Es un espejismo desde luego, pues aquí todo es efímero empezando por la obra dibujada en el ruedo, que muere en el mismo instante en que ha sido vislumbrada, y de manera definitiva con el toro que se ha prestado a ella.

El toreo es el arte de las formas que vuelan, que se saben nacidas en un mundo perecedero, y que quieren compensar su carácter fugaz con la búsqueda insaciable de la belleza en el laberinto del movimiento. Por ello el temple es su mayor virtud, pues es el intento, lentificando las suertes, por aplazar el fin ineludible del poema que el hombre está improvisando durante unos pocos minutos con su toro, compenetrado con él. Razón por la cual intelectuales de la talla de Valle-Inclán y Pérez de Ayala, homenajeando al joven Belmonte, se atrevieron a afirmar que el toreo, por esta fugacidad misma, es más conmovedor que las demás artes. Por su parte José Alameda, un exiliado de la Guerra Civil, consideró que esta fiesta es «humana, demasiado humana», pues condensa todas las vicisitudes de la vida y de la muerte con las que el hombre se siente enfrentado a lo largo de toda su existencia.

Pero por otra parte la tauromaquia es animalista, pues se basa en la mayor cercanía y complicidad posibles con el animal. Innumerables horas de conversación con toreros, ganaderos y aficionados me lo han confirmado. Torear es ante todo acoplarse con el toro, incluso -como me lo dijo el torero y escritor Juan Posada– hacerse a la vez hombre y toro, Minotauro de alguna manera, permitiendo a su oponente, después de haberlas percibido, expresar todas las potencialidades de su bravura que sin el toreo hubieran quedado inéditas. En este sentido la fiesta de los toros, que cumple con los cinco criterios marcados por la convención de la Unesco para identificar un patrimonio cultural inmaterial, cumple particularmente con el que se refiere al «conocimiento de la naturaleza y del universo».

Foto: Andrew Moore

Hablando de la Unesco conviene volver al concepto de cultura tal como lo define el texto de esta convención de marcado carácter antropológico: es el conjunto de las prácticas, tradiciones y sentimientos que reflejan las vivencias de una comunidad y con los que ésta se identifica. Cada una de estas culturas, mientras esté conforme con los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y mientras esté compartida y transmitida a las nuevas generaciones (éste es el auténtico significado de la palabra tradición), debe ser respetada en su diversidad, incluso si dentro de una región queda como minoritaria. Aquí no valen cazas de brujas, inquisiciones ideológicas o políticas. Su libertad -en este caso la de los aficionados- debe ser preservada contra cualquier imposición o prohibición externa, incluso si éstas se basan en el resultado del voto de una supuesta mayoría. Esto equivaldría a instrumentalizar un proceso aparentemente democrático para restablecer la censura, curioso retroceso a otros tiempos en los que se quería imponer para todos la dictadura de lo «moralmente y políticamente correcto». El hecho de ser minoritaria no descalifica una cultura. Eso lo dice la Unesco a través de sus convenciones de los años 2003 y 2005.

Y dos cosas más frente a acusaciones convertidas en repetidos eslóganes y estereotipos: hablar de tortura a propósito de un animal indómito, cuya lucha hasta la muerte es un peligro permanente para el torero, es un insulto para las víctimas verdaderas de este acto repugnante.

Por otra parte el bienestar animal es un concepto muy relativo; relativo a la forma de ser y de comportarse de cada animal, de compañía, salvaje o del campo, pues el animal en sí sólo existe en la mente de algunos animalistas radicales, tal vez impactados por los personajes de Disney y muy alejados de las realidades del mundo rural. El toro de lidia, criado durante al menos cuatro años en libertad y en espacios extensivos, naturales y protegidos mientras otros bovinos van al matadero a los pocos meses, goza sin lugar a dudas de un bienestar privilegiado hasta los veinte últimos minutos de su vida. Y ¿qué decir de los sementales y de las vacas bravas, criados con el mismo cuidado y respeto manifestados a esta raza excepcional que desaparecería en el mismo momento en que se prohibiera la tauromaquia, del mismo modo que desaparecería todo el entorno ecológico ligado a su crianza? ¿No sería acaso más urgente velar por el bienestar de algunos animales mascotas, condenados a vivir en unos espacios reducidos y a todas luces inadaptados para ellos, y a veces abandonados por sus dueños cuando llegan las vacaciones? ¡Dios nos libre de la ecología urbana o de salón!

François Zumbiehl, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”  es catedrático de Letras clásicas y doctor en Antropología Cultural. Vicepresidente del Observatoire National des Cultures Taurines ha sido parte fundamental en la aprobación por el Senado francés de la Tauromaquia como Bien Cultural Inmaterial de Francia. Tiene publicados en español los siguientes libros: Mañana toreo en Linares, El discurso de la corrida, La voz del toreo y El torero y su sombra.

LA SUERTE DE VARAS EVOLUCIONA

Artículo escrito por José María Moreno Bermejo.

Quizás haya que revisar parte de lo publicado hasta ahora sobre la Suerte de varas, y considerar los nuevos estudios que sobre la misma está realizando D. Julio Fernández y su equipo. Es lógico y necesario que los aficionados nos involucremos en la realidad que nos ofrecen nuevos conceptos y resultados derivados de la intensidad investigadora de personas cualificadas y tenaces. Esto sin apostatar de las convicciones y realidades básicas que nuestra querida Suerte de varas reclama como insoslayables para la preservación y justificación ética y tradicional del rito taúrico.

Debemos estar de acuerdo en que la actual situación de la corrida está muy deteriorada por varias causas, y que no es la menos importante de ellas la falta de consideración y conocimiento que de nuestra querida Suerte de varas tienen y prestan los actores del toreo. Toros febles que no admiten, lo que debería ser un examen previo, un mínimo castigo necesario para el ahorme y adecuación de la embestida, porque se caen sólo con topar contra el peto. Toreros de nula responsabilidad que permiten la acción inadecuada de sus picadores (sigo creyendo que es por no saber para qué sirve la Suerte, más allá del reducir el poder de la res). Presidentes de festejos que toleran la ejecución casi letal que se produce cutio en encuentros violentos sin medida, arte, técnica e incluso sin sometimiento a la Ley taurina y su reglamento. Público que se deleita en los marronazos de los picadores, que no sabe dónde hay que picar, cuánto hay que picar y para qué sirve la suerte de picar…

Dada la pérdida de poder de los toros que actualmente se crían, y que están logrando los ganaderos que se someten a las órdenes del mundo del taurineo (apoderados, toreros, empresarios egoístas), la Suerte de varas parece que no tiene más salidas que la de cambiar suficientemente para adaptarse a los tiempos sin abjurar de sus fundamentos. Por ello parece conveniente considerar la propuesta de una nueva puya que evite el deterioro que provoca la actual, por la mala utilización de la misma, principalmente. Nos referimos a la puya piramidal de base cuadrada, que muestra bastantes ventajas sobre la de base triangular actual.

PUYA DE BASE PIRAMIDAL CUADRADA

Piconeros antañones nos hicieron notar cómo rehuían la colocación de la puya en el morrillo ya que ahí era más difícil clavar por la dureza de la piel. Esa circunstancia es una de las que inciden en la colocación del puyazo fuera de ese entorno natural en el que debería situarse siempre la acción del castigo a la res. El picador teme no «meter las cuerdas» y se va a una diana más generosa. Recordemos que el puyazo no debe aplicarse en la zona llamada de la cruz, ni, lógicamente, más atrás de ella, ya que el castigo afectaría a los músculos que regulan el movimiento del toro, produciendo molestias que impiden la armónica traslación de sus embestidas.

NEn nuestros anteriores trabajos sobre la Suerte de varas hemos desarrollado la teoría de que los argumentos a tener en cuenta para realizar una suerte artística no sólo se refieren a la colocación de la puya, sino que contemplan otros muchos puntos de importancia: cita, recibo, temple, largada, medición del castigo, etc. Ahora queremos dar nuestro parecer sobre la nueva puya que estudian el veterinario D. Julio Fernández y el torero D. Manuel Sales Garrido, porque creemos que es una opción que beneficiará a la actual Suerte de varas, y porque su aplicación no debería producir rechazo alguno entre los gremios de toreros y picadores. Bueno, de los toreros nos podemos esperar cualquier cosa, como las desafortunadas opiniones de Miguel Ángel Perera en las que otorgaba al matador la exclusividad en el cómo picar, dónde picar, cuánto picar; e incluso el no picar. El ejemplo, la opinión de un torero del montón, es trasladable a lo que piensan la mayoría de los matadores que lideran el escalafón, que se arrogan el derecho a determinar que la faena de muleta es la base del toreo actual y que lo demás sobra; un tercio solo, el de muerte, el que va preterido por unas interminables y anodinas faenas de muleta, la mayoría de ellas a toro muerto (sin poder alguno). Y no se dan cuenta de que esos muletazos, aunque a veces sean artísticos, largos y templados, no emocionan a la mayoría de los aficionados (o a muchos), que nos aburrimos viendo pasar a un semoviente animal, cuasi domesticado, que ha sido tratado con rigor (y a veces sin medida) en varas para evitar la necesaria lidia y permitir esos mil muletazos que denigran la génesis de la Corrida. Por cierto, el Sr. Perera es uno de los toreros que más prolonga las faenas; uno de los que más aburren a los aficionados que exigimos emoción, por lo menos.

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José María Moreno Bermejo es socio de «Los de José y Juan». Bibliófilo taurino, es actual Secretario de la Unión de Bibliófilos Taurinos de España y socio de las Uniones de México y Francia. Autor de diversos libros que van desde la actualidad, como las ediciones del Ayuntamiento de Madrid sobre las temporadas 1997 a 2007, ilustradas por César Palacios, a los estudios históricos como “La saga de los Merchante” o “Gallito III debuta en Madrid” sobre la presentación de Joselito de novillero, entre otras numerosas obras.

La sensibilidad sevillana despide a El Cid

Foto ABC

Artículo escrito por Andrés Amorós.

Hace exactamente cien años, el 28 de septiembre de 1919, los aficionados sevillanos pudieron acudir a dos festejos, cada uno con su alternativa: en la Monumental, Gallito era padrino de Juan Luis de la Rosa; en la Maestranza, Juan Belmonte doctoraba a Chicuelo. Para la historia queda el curioso caso de que don Gregorio Corrochano, en ABC, hizo la crónica de los dos festejos: «De la Monumental a la Maestranza y de la Maestranza a la Monumental». (La he leído en la recopilación que hizo Espasa-Calpe, «La Edad de Oro de la Tauromaquia»). Aprovechaba que el festejo de la Monumental comenzó a las cuatro y media, media hora antes que el otro; que el crítico disponía de un automóvil, puesto a su disposición por el poeta y ganadero Fernando Villalón; que Corrochano envió su crítica, por teléfono, a las dos de la mañana… y apareció en el ABC de la mañana siguiente. Igual que ahora. Al gran crítico le gustaron más los padrinos que los nuevos matadores: Juan Belmonte «parecía que era él quien tomaba la alternativa». Al día siguiente, en la misma Plaza de los Toros, cortó un rabo). Joselito parecía que toreaba «en el patio de su casa». Chicuelo, herido el día 29, se empeñó en torear el día 30 y cortó un rabo. Aunque se le recuerda como un artista, siempre se proclamó gallista…

Da gusto ver llena de público esta bellísima Plaza. Los toros de Victoriano del Río son nobles pero flojean y se apagan pronto. A pesar de su voluntad, Ponce se estrella y Manzanares no redondea faena. En su despedida de Sevilla, El Cid muestra su torería, recibe el cariño de la gente y corta una oreja: era su tarde, lo merecía. (…)

Se despide de Sevilla El Cid, un torero clásico, que merece todo el respeto y afecto de la afición. (Esta tarde o la de Madrid, donde tanto se le estima, debieran haber sido su despedida). Embiste el segundo con suavidad y las fuerzas justas, le permite trazar lances a cámara lenta. Saluda por un gran par LIpi, que reaparece, después de su percance. Brinda Manuel al público: sin probaturas, los primeros naturales ya hacen sonar la música: ¡esa mano izquierda de el Cid, que tantas tardes de gloria ha dado! En la tercera serie, el toro ya se acaba y lo que iba para gran faena queda a medias. La espada cae baja: petición . El quinto también flaquea pero se mueve con nobleza. La Banda toca desde el primer muletazo: ¡la sensibilidad de Sevilla! La faena es desigual pero con detalles de inspiración y torería, además de algunos naturales marca de la casa. Todo el cariño del público está empujándole. Acierta el diestro al agradecer su bonito gesto a la Banda. Esta vez la espada entra, trasera, y se sienta en el estribo, al lado de los pitones, para verlo caer: ¿quién se atrevería a negarle la oreja? Aunque toree todavía en Madrid y Zaragoza, esta tarde ha supuesto el feliz remate de su carrera. (…)

Como muchos toros actuales, los de esta tarde salen de los chiqueros como si ya estuvieran picados, permiten lances suaves de salida (algo, antes, impensable) pero duran muy poco. Es lo contrario de lo que debe ser: toros fuertes, bravos, que necesitan recibir castigo y ser dominados, antes de buscar la estética. Así esta la Fiesta actual. Aunque han mostrado su calidad, no saldrán contentos, esta tarde, ni Ponce ni Manzanares.

La sensibilidad sevillana despide como se merece a El Cid, un torero clásico, que ha realizado grandes faenas a toros muy serios. Cuando daba la vuelta al ruedo, al final, el corazón de esta Plaza de los Toros ha latido, unánime, con agradecimiento y cariño por su muy honrada trayectoria.

Andrés Amorós, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es doctor en Filología Románica y catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid.  Ha publicado obras relevantes sobre la tauromaquia y actualmente ejerce la crítica taurina en el diario ABC de Madrid. Entre sus galardones destacan el Premio Nacional de Ensayo, el Premio Nacional de la Crítica Literaria, el Premio Fastenrath de la Real Academia Española y el Premio José María de Cossío.