Por Juan Manuel Albendea. Artículo publicado en el diario ABC.
En la reciente comparecencia del ministro de Cultura, señor Rodríguez Uribe, en el Congreso de los Diputados para expresar los apoyos a las distintas actividades culturales con motivo de la crisis sanitaria que padecemos, no hubo la más mínima alusión a la Tauromaquia. Como si el virus no hubiera afectado al sector taurino. Ni Fallas de Valencia, ni Feria de Sevilla, ni San Isidro en Madrid y muy probablemente ni San Fermín en Pamplona.
Cuando en el Congreso de los Diputados tuve el honor de defender el proyecto de ley que declaraba los toros como bien de interés cultural manifesté que mi primer sentimiento era el de la envidia, sí envidia sana de nuestra vecina Francia que, con mucha menos tradición cultural taurina que nosotros y con muchísimas menos ciudades con plazas de toros que España, nos adelantó dos años, en hacer la declaración de los espectáculos taurinos como patrimonio cultural inmaterial.
El carácter evidentemente cultural de la fiesta de los toros y la atención que le han prestado a la misma los intelectuales españoles es abrumadora. Ortega y Gasset escribió de las corridas de toros: “Esa fiesta que durante dos siglos ha sido el hontanar de mayor felicidad para el mayor número de españoles. Afirmo de la manera más taxativa que no puede comprender bien la historia de España desde 1650 hasta hoy quien no se haya construido la historia de las corridas de toros en sentido estricto del término, no de la fiesta de los toros que vagamente ha existido en la Península desde hace tres milenios sino lo que nosotros actualmente llamamos con ese nombre”.
Otro intelectual, Enrique Tierno Galván en su ensayo “Los toros, acontecimiento nacional” escribe: “Al torero se le llama artista en el sentido de creador de belleza, y desde luego lo es teniendo plena conciencia de que la figura y la dignidad plástica prestan al lance un peculiar estilo que elevan la lidia al máximum de tensión estética, belleza y galanura ante la muerte. ¿Cabe tema estético de mayor vitalidad?”. Federico García Lorca, pocos meses antes de ser vilmente asesinado, escribió: “Creo que los toros es la fiesta más culta que hay hoy en el mundo”. Y añadió: “El toreo es probablemente la riqueza poética y vital mayor de España” También el Premio Nobel Mario Vargas Llosa hizo una admirable comparación entre el toreo y otras artes y dice así: “Para quien goza de una extraordinaria faena, los toros representan una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo”.
En las artes plásticas, podríamos centrarnos en esos dos fantásticos artistas que fueron Goya y Picasso. Sin su Tauromaquia y todo el conjunto de su pintura taurina, Goya tendría otra dimensión en el panorama artístico mundial. Más prolífica si cabe en el tema taurino fue la pintura de Picasso. El Minotauro o la simbología taurina del Guernica revelan la importancia que este artista concedía a la Tauromaquia. También, abusando del espacio podríamos detenernos en la pintura taurina de Salvador Dalí, Joan Miró, Daniel Vázquez Diaz, Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana o Roberto Domingo.
¿Y cómo podemos olvidarnos en la escultura taurina de Mariano Benlliure, de Sebastián Miranda, de Juan Cristóbal o de Manuel Huguet? Tampoco podemos olvidarnos de la composición musical relacionada con los toros: Bizet, Turina , Sorozábal, Arrieta, Bretón, etc. Otra manifestación cultural es el flamenco, declarado por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y sin olvidar el cancionero popular, cuya manifestación más antigua relacionada con los toros es la Cantiga 144 de Alfonso X el Sabio. El, cine tampoco podía estar ajeno al mundo de los toros. Películas como “Sangre y Arena”, “El niño de las monjas”, “Currito de la Cruz”, “Mi tío Jacinto”, “Los clarines del miedo”, etc.
Pues, por lo visto, para el ministro de Cultura, todas estas manifestaciones culturales carecen de sentido y no quiere ni oír hablar de eso. Se salta a la torera (aunque no sea aficionado) la Ley 18/2013 de 12 de noviembre en la que se declara a la Tauromaquia como patrimonio cultural digno de protección en todo el territorio nacional.
Juan Manuel Albendea Pavón, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, ha sido Diputado por Sevilla en el Congreso de los Diputados por el Partido Popular en cinco legislaturas, fue Presidente de la Comisión de Cultura que presentó la “Ley para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural” en 2013. Anteriormente fue un alto ejecutivo de la banca. Ejerció la crítica taurina en el diario EL PAÍS, con el pseudónimo de Gonzalo Argote.