La Peña Taurina “Los de José y Juan”, creó el premio Luis Fernández Salcedo en el año 2003, que se otorga desde entonces a la corrida más encastada de la feria de San Isidro, lidiada completa.
La casta del toro bravo es la garantía de supervivencia de la corrida y la casta además de ser la madre de la bravura, implica también la acometividad del toro y su capacidad de defender su terreno además de una capacidad imprescindible que es una cierta imprevisibilidad en sus reacciones.
El camino de las ganaderías que priman la nobleza en la faena de muleta, como principal componente de la bravura, está llegando a la docilidad y a la exclusión del riesgo. Dentro de las actividades artísticas, hay mejores ejemplos que la corrida de toros en los que el movimiento y la composición de la figura humana crean belleza. Lo fundamental de la corrida de toros es que esa belleza se crea con la exposición al riesgo del torero ante las reacciones de un toro de casta.
Esta feria de San Isidro no ha sido pródiga en corridas encastadas, aunque un amplio grupo han satisfecho las expectativas de los aficionados, sin llegar a ser brillantes.
A juicio de la mayoría de los socios de la Peña, reunidos el miércoles 13 de junio, Adolfo Martín ha lidiado la corrida más encastada de San Isidro 2018, ha sido la que mejor ha demostrado el equilibrio que la casta implica entre la acometividad y la bravura. Lidió al bravo Chaparrito, y el resto de su corrida mostró las varias reacciones de la casta en el toro bravo o manso, sin que la sensación de peligro y el peligro real, estuvieran ausentes durante la corrida.
Asimismo se ha otorgado una Mención especial a la ganadería de Saltillo, por recordarnos con su corrida que el toro bravo proviene de un animal salvaje y que la esencia de una corrida de toros consiste en domeñar esa acometividad. La corrida de Saltillo ha ejercido de espejo donde mirar el espectáculo tantas veces domesticado de numerosas corridas actuales.
*Fotos de Andrew Moore.