La Peña Taurina “Los de José y Juan” ha reeditado la obra Trece ganaderos románticos de Luis Fernández Salcedo, quien fuera fundador de la Peña en el año 1951. La obra esboza unas biografías de ganaderos de importancia histórica, con la erudición y el cariño, que caracterizan toda la obra de este importante escritor costumbrista y taurino.
Esta nueva edición, en la que se mantiene el prólogo de la edición original de Luis Bollaín, también fundador de “Los de José y Juan”, se amplía con un prólogo de Alberto Fernández Torres, sobrino del autor y socio actual de la Peña, quien junto a sus hermanas ha cedido los derechos de edición.
La obra entera de Luis Fernández Salcedo es, además de una delicia de lectura, interesantísima para entender la historia de las corridas de toros hasta el renacer de los años 80 del pasado siglo XX y está contada con el buen humor, el amor y la comprensión de las circunstancias de la fiesta, características que no están reñidas con la intransigencia en la defensa de la integridad de la misma.
Extracto del prólogo de Alberto Fernández Torres.
Un famoso filósofo griego, Heráclito de Éfeso, dijo hace 25 siglos que “en los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos”. De esta tesis, ha derivado la popular sentencia de que “nadie se baña dos veces en el mismo río”.
Es verdad que los especialistas discuten aún si se puede extraer correctamente la segunda tesis de la primera; y hay quienes añaden que todo este lío se debió a una frivolidad de Platón. No obstante, dejemos que los expertos debatan entre sí. Fuere quien fuere, Heráclito o Platón, lo cierto es que la idea de que nadie se puede bañar dos veces en el mismo río porque, a la que lo intenta, las aguas ya no son las mismas, es particularmente ingeniosa.
Algo así como 2.500 años más tarde de que Heráclito, denominado muy apropiadamente “El Oscuro”, expusiera su tesis, los teóricos alemanes de la llamada Estética de la Recepción, no menos oscuros que el filósofo griego, vinieron a decir, sobre poco más o menos, que nadie lee dos veces el mismo libro.
El motivo es casi el opuesto al fenómeno que Platón puso de manifiesto con su exceso de interpretación: cuando vamos a leer un libro por segunda, tercera, cuarta vez… somos nosotros quienes ya no somos los mismos.
Desde luego, no somos los mismos como lectores. Entre la primera y las subsiguientes lecturas, habremos adquirido —es de desear— más conocimientos, más experiencias, nuevas opiniones, nuevas expectativas, nuevas lecturas…; y todo este riquísimo patrimonio nos hará leer ese mismo libro de otra manera, encontrando nuevos sentidos, ignorando otros y cambiando, quizá hasta radicalmente, nuestras reacciones, percepciones e interpretaciones respecto de lo que en él había sido escrito por su autor.
El amable lector ya habrá seguramente adivinado las dos causas principales de que este Prólogo arranque de manera tan pretenciosa como poco taurina. La primera, claro está, es tratar de convencerle de que su malhadado autor no se ha puesto a escribir en él lo primero que se le ha pasado por la cabeza, sino que lo ha pensado con cierto detenimiento hasta encontrar esta manera, más bien petulante, de iniciarlo.
La segunda es compartir con él algo que, no por ser muy subjetivo, deje quizá de tener algún sentido. Me refiero a que es obvio que yo ya no soy el lector que leyó por primera este libro de Luis Vicente Fernández Salcedo (1901-1986), hace seguramente no menos 40 años.
Alberto Fernández Torres es socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”. Alto ejecutivo del sector energético y especialista en comunicación, es descendiente directo de D. Vicente Martínez, creador de la famosa vacada de Colmenar Viejo que pervivió hasta la guerra civil y cuyos restos llegó a heredar Luis Fernández Salcedo.