JOSÉ Y JUAN

En el templo que es la Plaza de los Toros sevillana (así reza  su portada), ¿a quién recordar mejor que a José y Juan? Joselito y Belmonte, por supuesto: las dos columnas que siguen sustentando el toreo. “Los de José y Juan” se llama, justamente, una de las peñas taurinas de mayor abolengo:  una forma de proclamar su permanente adhesión a la Tauromaquia clásica.

 

Cuando me preguntan por mi torero favorito, siempre cito a los dos. No es una forma de escapar sino una realidad y no hace falta haberlos visto torear para saberlo. Tampoco es necesario haber hecho tertulia con Sócrates, que no escribió, para saber lo que significa, en la historia del pensamiento occidental. (Por su sabiduría, Vicente Zabala padre llamaba,  a Pepe Luis, “el Sócrates de San Bernardo”).

La siguiente pregunta y la polémica inevitable es la de a quién prefiero yo. Contesto con un dato histórico irrefutable. Los profesionales y grandes aficionados de la época solían ser de José: Ignacio Sánchez Mejías, por supuesto; Camará padre, aunque luego apoderó a Manolete, de estilo tan diferente; Marcial Lalanda, Gregorio y Alfredo Corrochano, el padre de los Vázquez, mi abuelo… “Apasionados” (el término que usaba Moratín) de Juan eran la mayoría de los escritores y artistas: Pérez de Ayala, Valle-Inclán… (Bergamín, siempre  tan a contra corriente, comenzó adorando a José para acabar elogiando a Rafael de Paula). Cada uno elegirá en qué bando prefiere alinearse.

Para muchos escritores , no sólo para Chaves Nogales,  Juan era el genio que revolucionó el arte  y abrió – para bien y para mal – los caminos de la moderna Tauromaquia. Como escribió Pérez de Ayala, hizo realidad el viejo sueño de convertir el toreo en una auténtica obra de arte.

Para los profesionales, José no sólo era el Príncipe indiscutido sino la encarnación del arte del toreo: como Cervantes lo es de la novela; Shakespeare, del teatro, y Velázquez, de la pintura. (Añado yo: y Di Stéfano, del fútbol).

¿José o Juan? Los dos siguen vivos, sobre este albero.

 

Andrés Amorós Guardiola

Artículo publicado en la Revista Maestranza en la feria de abril de 2018 de Sevilla.

Andrés Amorós Guardiola, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, es doctor en Filología Románica y catedrático de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid.  Ha publicado obras relevantes sobre la tauromaquia y actualmente ejerce la crítica taurina en el diario ABC de Madrid. Entre sus galardones destacan el Premio Nacional de Ensayo, el Premio Nacional de la Crítica Literaria, el Premio Fastenrath de la Real Academia Española y el Premio José María de Cossío.

REENCUENTRO CON “CATAVINOS”

Con dos mastines de respeto, Sultán y Trabuco, guardando la entrada, un sosiego afanado preside el paso de las horas en los dominios de El Sierro de Sepúlveda, confirmando a primera vista que la dehesa charra, paraíso del toro bravo, constituye el mejor exponente de la fusión del hombre con la naturaleza: encinares añejos, pasto resplandeciente y ojos de agua rebosantes en esta primavera bendecida por las nieves y las lluvias, con las yemas de los robles ya abotonadas y la candela de las encinas asomando, promesa de bellotas en abundancia. Luis Sánchez Rivero, criador de bravo de estirpe, heredero con sus hermanos del hierro del Marqués de la Conquista que a comienzos de los años setenta comprara su padre, me condujo hasta las cercanías (prudentes) del animal que venía buscando en la siempre gratísima compaña de los amigos de la Asociación Cultural La Empalizada de Montemayor de Pililla, gente admirable que defiende, estudia, realza, comparte y disfruta de sus tradiciones. «Ahí lo tenéis».

Engallado y altivo, inconfundible, aparentemente tranquilo y relajado, como a otra cosa, pero pendiente de nosotros y con una mirada cargada de avisos, unos avisos que enseguida captaron las treinta y tantas eralas que lo rodeaban.

Allí estaba Catavinos, tentado apenas hará dos años en el Bolsín Taurino Mirobrigense, cuando se mostró infinito en una sucesión de embestidas interminables por abajo, persiguiendo con codicia los vuelos de la muleta de unos aspirantes que aquella tarde se vieron en el compromiso de estar a su altura, crecido en pujanza y sin desfondarse tras haberse entregado en cinco encuentros con el varilarguero.

Arrogante, intenso y con clase, Catavinos, que volvió a los corrales a regañadientes, como pidiendo más, se ganó entonces el derecho a la vida regalada de la que goza.

Bueno, el derecho a una vida regalada pero no a una vida sin sobresaltos ni con garantías absolutas, toro bravo entre toros bravos con la suerte sujeta a las circunstancias cambiantes de la libertad animal. Sin ir más lejos, allí mismo, en el cuartón contiguo, dos astados emprendieron de repente una pelea feroz, una pelea igualadísima y disputada, quizás saldando una cuenta con callos de animadversión.

Parejos de fuerzas y gallardía, la reyerta se agravó definitivamente cuando desde la manada que los observaba surgió ‘el canalla’, ese toro avieso que aguarda el momento para lanzarse a traición contra uno de los contendientes, los ojos inyectados en vientos de escalofríos.

¿Y qué sucedió? Pues que las encinas temblaron y los robles se estremecieron. Como cantó Miguel Hernández, «los bueyes mueren vestidos/ de humildad y olor de cuadra;/ las águilas, los leones/ y los toros de arrogancia» y detrás de ellos «el cielo/ ni se enturbia ni se acaba», o sea, que la solemnidad del campo charro sigue presidida por una intemporalidad legendaria. En resumidas cuentas, me gustó el recuentro con Catavinos, celebré a Sultán y Trabuco, saludé a muchas vacas, tomé nota de varios toros, aprendí del mayoral, me ilustró el ganadero y me crecí con los montemayorcenses de La Empalizada, la peña taurina que más niños reúne en sus salidas camperas.

Horizontes despejados y animales a su aire: Ecología con mayúscula.

Gonzalo Santonja

De la Peña Taurina “Los de José y Juan”

Artículo publicado en El Norte de Castilla el 12 de mayo de 2018

MADRID, MUSEO TAURINO ABIERTO

Juan Salazar, socio de la Peña Taurina “Los de José y Juan”, ha editado un precioso libro en el que recoge lugares, rincones, recuerdos y anécdotas que el mundo taurino ha esparcido por Madrid.

Para mostrarnos los lugares y describirnos las historias, las ha dotado de vida atribuyéndolas diálogos que permiten fijar el recuerdo a través de remembranzas imaginarias que dan nombre al libro. Posiblemente nada hay más real que los sueños o los recuerdos creados a partir de las lecturas, pues su textura vital es la más cercana a nosotros. De poco sirve la literalidad o incluso la veracidad, si no consigue encarnarse en nuestra manera de ver y entender la vida.

Los lugares dotados de vida imaginada, son rigurosamente reales y Juan Salazar los rastrea a través de los numerosos cambios en el callejero para fijarlos con la meticulosidad de un hombre de formación científica, al igual que las historias en las que se basa su imaginación están perfectamente documentadas en la prensa de la época.

Casas, hoteles, fondas, donde vivieron, nacieron o murieron toreros, ganaderos, periodistas, aficionados, políticos, artistas, fotógrafos, se mezclan con  cafés que recogieron el ambiente taurino, imprentas donde se editaron revistas, peluquerías donde se cortaron coletas, sastrerías que vistieron a Joselito o a desconocidos novilleros, hospitales siempre presentes en la historia taurina, todos ellos desperdigados por el Madrid que ha ido creciendo al compás que se desarrollaba la tauromaquia de los últimos doscientos años.

Cuando nos conocimos en el Aula de Tauromaquia del CEU, que dirige Rafael Cabrera, me comentó que había hecho los recorridos de Adiós Madrid y los había documentado con fotografías, de las que amablemente me dio una copia. Impulsor de los paseos taurinos, tiene documentado rigurosamente el de Chamberí. Fue quien me hizo notar en uno de ellos que la célebre foto de Baldomero a Joselito en la puerta de su casa de la calle Arrieta, no podía ser puesto que el portal era distinto. También que el célebre Hotel Roma donde se hospedaba Joselito en sus primeras estancias en Madrid y donde se realizó la famosa foto de los tres hermanos Gallito, no era el que estaba en el 18 de la Gran Vía porque se inauguró en 1915, sino uno anterior en la cercana Caballero de Gracia, y dando otra vuelta de tuerca nos cuenta que la fachada del primitivo Hotel Roma, el de Gallito, se conserva en el edificio que actualmente ocupa el nº 2 de la Plaza del Marqués de Salamanca.

Historias, anécdotas, curiosidades que transmiten rigor alejado de los lugares comunes, cariño por Madrid que es su pueblo y amor apasionado por la fiesta de toros.

Andrés de Miguel

FRANÇOIS ZUMBIEHL, PARA ENTENDER LA TAUROMAQUIA

François Zumbiehl, miembro de la Peña “Los de José y Juan” explica y defiende la tauromaquia en una larga entrevista de José Antonio Gavira en Radio Castilla La Mancha.

Catedrático de Letras clásicas y doctor en Antropología Cultural, entiende el toreo como herencia de la cultura mediterránea y defiende los valores de la tauromaquia además de expresar el concepto y sentimiento de un aficionado a los toros.

Vicepresidente del Observatoire National des Cultures Taurines ha sido parte fundamental en la aprobación por el Senado francés de la Tauromaquia como Bien Cultural Inmaterial de Francia y comenta el desarrollo de la cultura taurina francesa.

 

 

Es un placer escucharle argumentar acerca del error de los animalistas, el problema de la prohibición de las corridas en Cataluña, los posibles cambios en el transcurso de la corrida y otros temas que se van desgranando en esta enjundiosa entrevista, con el conocimiento y el sentimiento de un aficionado y la perspectiva de un intelectual.

Os invito a que la disfrutéis en este enlace al podcast del programa.

https://www.ivoox.com/pasaba-aqui-05-04-2018-23-05-audios-mp3_rf_25138603_1.html

La entrevista empieza en el minuto 5, aunque la presentación se realiza en el minuto 3’10”.

François Zumbiehl tiene publicados en español los siguientes libros que os recomiendo:

Mañana toreo en Linares.

El discurso de la corrida

La voz del toreo

El torero y su sombre.

SALUDO

La peña Taurina “Los de José y Juan” nació en el lejano año 1951 con el objetivo de defender la tauromaquia clásica, que es como decir la pureza del toreo. Lo hace mediante el recuerdo de los dos grandes toreros que marcaron la Edad de oro del toreo, con sus conceptos y formas diversos pero no contradictorios.

Lo ha venido haciendo mediante la difusión de la opinión de sus integrantes que dieron forma a lo que Marcial Lalanda definió como “el mayor coso intelectual taurino del mundo”, a los que se debe la publicación de más de 200 libros de divulgación, defensa y estudio de la Tauromaquia, firmados por sus miembros a lo largo de estos años, sin contar, por supuesto las numerosas colaboraciones en distintos medios de comunicación.

Hora es de ampliar la participación y difusión en los, ya no tanto, nuevos medios, mediante este blog y sus derivaciones en redes sociales. Queremos que sean instrumentos para la  actuación cotidiana en defensa de la pureza e integridad de la corrida de toros y el recuerdo de las tauromaquias de José Gómez Ortega “Gallito” y Juan Belmonte. Queremos aportar la mezcla de experiencia y conocimiento de aficionados que han vivido mucha historia del toreo, con la ilusión de los que se siguen entusiasmando actualmente, todo ello con el análisis de las dificultades y problemas propios de cada época.

Difundiremos las actuaciones de los socios de manera pública en el mundo de los toros, sabiendo que el amor y la comprensión de las circunstancias de la fiesta, no están reñidas con la intransigencia en la defensa de la integridad de la misma.

Os convocamos a través de este blog a la defensa de los valores clásicos de la Tauromaquia en el convencimiento de que la mezcla de fiesta, rito y espectáculo que son las corridas de toros, representan unos valores de defensa de la cultura y la naturaleza, que permiten enraizar mejor al hombre en la sociedad.

Andrés de Miguel

Presidente provisional

Peña Taurina “Los de José y Juan”