Hay corridas excéntricas de las que no se sabe su utilidad o su interés y que sólo se entienden como relleno de fechas y hueco para toreros de difícil encaje en el maligno sistema del largo abono. La de ayer era una de ellas y el supuesto interés se centraba en el pellizco de Curro Díaz, la capacidad atlética de El Fandi y la novedad de David Galván, que inaugura la larga serie de confirmaciones de alternativa que marcan los carteles de este año, todo ello con una ganadería mostrenca.
Aun así acudimos a la plaza creyéndonos nuestros propios argumentos de que es mejor una excéntrica corrida de toros que un apacible descanso casero. En el muestrario estaban las suertes en movimiento de El Fandi que son lucidas y tienen su público aunque estén desprovistas de belleza. Quizá a públicos poco avisados les den sensación de riesgo, como bien señala Rafael Cabrera en su larga y jugosa entrevista en El País, pero la belleza está en el toreo que se debe hacer a pie quieto.
Las suertes en movimiento, con tanto movimiento, necesitan además una buena condición atlética que siempre dan impresión de esfuerzo que tanto les gusta a algunos. Con esta base atlética El Fandi encadenó un buen tercio de banderillas que dividió las opiniones en su segundo toro, en su primero puso un par encelando al toro en chiqueros que demostró buen conocimiento de terrenos, distancias y querencias.
La belleza está en otra cosa, quizá en la muñeca de Curro Díaz, torero de pellizco que inicia las faenas como grandes obras, que luego tantas veces se diluyen al pasarse al toro lejos, sin que el pellizco que lanza logre coger carne, quizá en las intenciones de David Galván quien sin estar muy placeado buscaba buena colocación e intentaba rematar bien los pases, pero tanto uno como otro necesitan tener más capacidad de obligar al toro a someterse a la voluntad del torero.
Igual que nosotros vamos a necesitar más capacidad de fabular para mantener la ilusión necesaria para asistir a estas corridas.
Andrés de Miguel
14 de mayo de 2013