Se acabó el idilio, se acabó la espera, tocó fondo. Se puede expresar de múltiples maneras, pero El Cid selló ayer la desilusión de muchos aficionados. Ahora debemos hablar de El Cid en pasado. Su carrera de tan gratos recuerdos para los aficionados se acabó.
Quizá no pudo remontar desde la cumbre que supuso la corrida de Victorino en Bilbao en 2007 y su triunfo postrero en San Isidro 2008. Debe ser muy duro triunfar siempre con lo más complicado, torear como hábito las divisas que los demás piden para hacer un gesto. Quizá llegue un momento en que la mente se nubla, el valor se escapa, los pies se mueven solos. Donde antes ves los toros claros y el riesgo inexistente, se empiezan a ver los problemas. La muñeca se niega a torcer en el supremo instante del dominio para enroscarse al toro detrás.
Ese momento llegó en la Las Ventas frente al jabonero de Núñez del Cuvillo de 2009, pero nos resistíamos a creerlo. Unos lo negaban, mientras otros esperaban una supuesta resurrección que no se producía.
La corrida de Alcurrucén supuso una doble desilusión para muchos. Al fin de las esperanzas puestas en El Cid como el último representante de un toreo puro, se unió la certeza de que Fandiño no es su sucesor.
Andrés de Miguel
22 de mayo de 2012