Muchos Argumentos

Me resulta impresionante y me emociona la lucha sin cuartel y sin esperanza de un torero en la plaza. La pelea de Diego Urdiales con el sobrero de Aurelio Hernando, ganadería de incierto origen, casta fiera y bravura inencontrable, transitó por esa tierra de nadie que separa la corrida de toros moderna de la pelea sin cuartel entre el hombre y la fiera.

Allí no había en juego una inexistente faena con un toro que se resistía a embestir, sino algo más profundo. El orgullo de un torero que no le pierde la cara a un toro aunque no haya posibilidad de lucimiento, que está dispuesto a afirmar la supremacía del valor y el conocimiento del hombre frente a la fiereza de una bravura asilvestrada.

A mi entender esa es la verdadera justificación de la corrida de toros. Representar el enfrentamiento victorioso del hombre con las fuerza de la naturaleza que el mismo hombre se ha preocupado por mantener sin domesticar. Simplemente para posibilitar esa manifestación de valor, en algunos momentos de heroísmo y en el mejor de los casos de belleza en el dominio limpio, largo, suave y por tanto bello.

Eso en medio de una corrida llena de argumentos donde Morenito de Aranda presentó sus credenciales de torero valiente y con gusto que no deja de ser una difícil combinación. Los toros de cinco distintas ganaderías presentaron diferentes y gustosos grados de fiereza, casta y mansedumbre e incluso hubo lugar para banderillear con gusto como Luis Carlos Aranda y picar con espectacularidad como el mexicano Meléndez.

Muchos argumentos aunque no sé si suficientes para rellenar más de tres horas de corrida.

Andrés de Miguel
2 de mayo de 2012

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