Obligar al toro a ir por donde no quiere ir debería ser una de las lecciones básicas que se imparten en las Escuelas de Tauromaquia. Instaurar desde la salida del toril la voluntad del torero como eje de la lidia del toro.
Esta lección resume en gran parte la esencia de la fiesta de los toros, por eso es tan importante la agresividad del toro, para disfrutar del dominio del torero.
Sin embargo parecería que esta lección está al final de libro, como esos temas que nunca se explican en clase porque a lo largo del curso se ha ido fijando la atención en otros temas, quizá más entretenidos, que obligan a dar las últimas lecciones a toda prisa y sin fijar claramente los conceptos.
Así cuando salen unos toros poco dispuestos a seguir las normas, que deciden ir por libre y mantener sus ideas propias respecto a sus querencias, sus acometidas a los caballos de picar, sus embestidas desordenadas, los toreros no encuentran en el repertorio de las clases que tomaron, que deben hacer para fijar al toro y hacer que siga los dictados de la más laxa tauromaquia. Cuando además los toros de El Cortijillo, segunda marca de los núñez de Alcurrucén, son de índole navajera de esos con los que a uno no le gustaría encontrarse de noche en un descampado, pues te van a buscar las vueltas, acometer cuando menos te los esperas, embestir al bulto y luego retirarse con resabiadas maneras se encuentra a faltar especialmente la lección del dominio del torero.
Aun dentro del desorden de la lidia, Leandro consiguió enjaretarle unos pases al tercer toro de bonita capa melocotón y Abellán tiro de experiencia para marcar una serie de naturales. Poca cosa para abrir boca en esta feria larga y calurosa.
Andrés de Miguel
10 de mayo de 2012