Caprichos de Madrid

Frascuelo es un torero predilecto para la afición de Madrid. No es, estrictamente hablando, un torero de Madrid. Es favorito de aquellos aficionados que acuden a la plaza con asiduidad a lo largo de la soporífera temporada madrileña, también de aquellos que gustan del toreo hecho con el corazón y de los que saben apreciar las intenciones con tanto o más rigor que los resultados.

Por eso en la plaza de Madrid se recibe a Frascuelo con aplausos. Con aplausos respetuosos, quizá poco apasionados, porque tienen más de cariñoso reconocimiento de las intenciones del torero que de recuerdos de grandes faenas, pero que siempre contienen las emociones esperanzadas de las faenas que van a venir.

Frascuelo torea en rectitud, embarca levemente por fuera y remata detrás componiendo una figura bella en la que la cercanía del toro en el remate detrás de la figura erguida y frágil del torero tiene una gran fuerza plástica en el toreo natural, que se acentúa en el toreo cambiado. Además pudimos ver junto con el clásico repertorio de muleta unas verónicas de recibo desmayando mucho la mano de salida tal y como relataba su estilo el celebrado toreo de Lavapiés Manolo Escudero.

La belleza del toreo de Frascuelo tiene mucho que ver con la fragilidad del torero y esta a su vez, está acentuada por los toros de Madrid. Pero sobre todo el toreo de Frascuelo conmueve porque está hecho con el corazón.

Frascuelo torea porque quiere, porque está irremediablemente unido al toreo puro, quizá ya sin esperanza de lograr un reconocimiento de figura, pero con la convicción de la importancia de su aportación al arte de torear, que no es otra que mostrar como la voluntad de un torero, por encima de las circunstancias de ferias y carteles, haciendo caso omiso de su edad y despreocupado de las condiciones de los toros, basta para crear belleza con la verdad más desnuda del arte de torear: la expresión de la fragilidad del torero que recrea las condiciones del arte de torear dándole las ventajas al toro y todo ello con la elegancia serena y nada impostada del que está entregado a la pasión de torear.

PD Fermín Spínola toreo al natural con belleza y pureza, lo que causó una muy grata impresión y sorpresa. Como le dijeron desde los altos del 7: Estamos encantados de conocerle, torero. Esperamos volverle a ver, añado yo.

Andrés de Miguel
13 de octubre de 2011

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