No se si agradecer a la pareja de Montilla y Más el haber terminado con la fiesta de los toros en Cataluña. El pasado domingo, cuando estaba sentado en el tendido de la plaza de toros de Barcelona volví a gritar, más de 50 años después: ¡libertad! ¡libertad! Para mi fue como volver a los 20 años cuando las luchas estudiantiles en la vieja facultad de la calle San Bernardo. Me volví a sentir joven, volví a sentir el entusiasmo de entonces, pero no la esperanza. Antes sabíamos que luchábamos por algo que, tarde o temprano nos llevaría a la libertad para España, todo era cuestión de tiempo y perseverancia. Cuando años después conseguimos la anhelada democracia en España pensé que ya nunca más tendría que gritar ¡libertad! ¡libertad! Y sin embargo el pasado domingo tuve que volver al grito de cuando tenía 20 años; ahora, más que un grito de esperanza era un grito lastimero ante algo que ya nunca se recuperará por culpa de unos políticos a los que en su día dimos un poder que no merecían.
Así transcurrió la corrida, entre gritos y nostalgia, la plaza estaba llena de bandera españolas y catalanas, hermanadas en defensa de nuestra fiesta (curiosamente, frente a mi tendido había una bandera independentista; me hubiese gustado hablar con su dueño), y gritos de ¡libertad! ¡Cataluña española! O simplemente gritos de vivas a España y a Cataluña. En fin, todo nostalgia.
La lidia de los toros de El Pilar, terciados, muy justos de fuerza y asequibles, unos más y otros menos para el toreo, en fin, lo necesario para el éxito en un día como este. Juan Mora, un tanto apático pero profundo en su toreo, pudo cortar alguna oreja en su primero si llega a matar bien. José Tomás, la gran atracción, el catalizador de la tarde estuvo inconmensurable en su primer toro, que colaboró en que hiciese una gran faena; tras una estocada que tiró al toro sin puntilla obtuvo las dos orejas y hubo una fuerte petición de rabo y Serafín Marin tuvo sus detalles con un capote preparado al efecto. En su segundo, último de la corrida y de la plaza, estuvo bien y tras una estocada de efecto rápido se dio fin a la corrida, a la plaza y a los toros en Cataluña. Los tres toreros salieron a hombros.
Yo, que salí un poco antes quede asombrado por la cantidad de gente que había en la puerta principal preguntando como había ido la corrida, esto no pasaba en Madrid desde hacia muchos años. Enfrente un pequeño grupo de antitaurinos de miradas torvas y lenguaje barriobajero. Al quedarme mirándolos, un señor mayor que pasaba junto a mi me dijo: “son los mismos que piden el aborto libre, prefieren matar a un niño que a un toro, ya ve usted como están las cosas en Cataluña”. Tenía razón, creo que personajes como Montilla y Más son peligrosos para la sociedad, son de los que no paran en nada para conseguir sus fines, como podía ser quitar la libertad a su pueblo.
Cuando subí al avión de regreso pensé sobre lo que había visto y sentí pena por mi querida Cataluña en manos, democráticamente eso si, de personajes con madera de dictadores que nos obligaros al cabo de los años a volver a gritar: ¡libertad! ¡libertad!
Ángel Linares Peña