Por Andrés de Miguel, Presidente de la Peña Taurina “Los de José y Juan”.
Una feria necesita definir un toro con un trapío propio y, a ser posible, singular y acompañarla con una lista de toreros de carácter predecible. Bilbao cumple con ello y es, por lo tanto, un clásico.
La Comisión Taurina de la Junta Administrativa que dirige Javier Aresti, socio de “Los de José y Juan”, en este año de prórroga de su gestión y a la espera de un nuevo Pliego de condiciones que defina la organización futura, ha tirado de ese filón clásico que la define.
Paradójicamente la novedad parece Enrique Ponce, que fuera de los carteles de la temporada debido a su lesión de rodilla, reaparece para dos corridas en la plaza donde tan bien recibido se siente, que sería “el patio de su casa” según la expresión taurina clásica que le decían a Joselito El Gallo por la Monumental de Sevilla. Roca Rey que maneja la escoba silenciosa con la que amenaza a las acomodadas figuras con renovar el escalafón y Diego Urdiales, que juega en casa, en la plaza donde ha firmado tantas buenas faenas, son el reclamo de la feria, en la que la mezcla de ganaderías interesantes y comerciales o de figuras, y la presencia de los toreros más destacados esta temporada, siguen unas normas de respeto a la costumbre e interés sin estridencias, que definen lo que es propiamente un clásico.
Las ganaderías no se salen, por tanto, del guion. Las más cotizadas de las ganaderías Domecq para las figuras, Victorino y Miura con toreros especializados en la serie B para abrir y cerrar la feria, y Torrestrella y Fuente Ymbro en tierra de nadie, tanto de fechas como de toreros.
La cuestión es si es suficiente con mantener la tradición, en una temporada de renovación, como se ha visto en la taurina primavera que ha recorrido Sevilla y Madrid, o el peso de ser un clásico te aparta de los cambios, por otra parte tan necesarios, en el repetitivo mundo taurino.
La feria de Bilbao se acerca cuidadosamente a los cambios manteniendo sus conceptos, de ganaderías de primer nivel y toreros contrastados, dando tímida entrada a los valores emergentes. En la agitada coctelera actual de bombos necesarios y relevos imprescindibles, que abren a una nueva diversidad los carteles y sacuden la zona de confort de las figuras, Bilbao ha optado por mantenerse fiel a su tradición. Falta por saber si cuando los cambios están en marcha, es preferible adelantarse y sumarse a ellos, con el riesgo que conlleva, o esperar a que los nuevos tiempos te hagan los cambios y te puedas quedar atrás.